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Elecciones, redes sociales y la capacidad de interactuar con quienes piensan diferente

 
15 noviembre 2022   |   , ,
 
Foto de Pixabay httpswww.pexels.comes-esfotoicono-de-aplicacion-de-facebook-147413

En tiempos de algoritmos, ánimos acalorados y violencia política (simbólica y no pocas veces, también física), ¿Sigue siendo posible promover espacios de diálogo y reflexión en las redes sociales?

Este texto nace de una experiencia personal. Regresé a Brasil, mi país de origen, a finales de 2021, después de casi tres años en el exterior. Más allá de los aspectos sociales y políticos, el país que encontré a mi llegada me impresionó mucho. Era un país dividido. Inició el 2022 y comenzó el período electoral, la división era siempre más clara. Durante los meses que precedieron las elecciones, cada día, al despertar, abría la ventana de mi habitación en el condominio donde vivo en Río de Janeiro y, por el balcón, me daba cuenta de que el vecino del frente había elegido un partido y había decidido mostrarlos claramente.

Había balcones que lucían una bandera de Brasil (símbolo patrio utilizado como identificación por la extrema derecha) y otros que mostraban una bandera roja con el rostro del expresidente Lula, candidato a la reelección y actual ganador de la última vuelta a la presidencia del país. La división, sin embargo, fue mucho más allá de lo político y representó, ante todo, un proyecto para un mundo mejor. Cada uno de los dos bandos propone su propio deseo de responder a las necesidades del tiempo actual con una prospectiva de valores y una narrativa muy clara. Y cada una de las dos propuestas es fuertemente cuestionada por la otra “parte”.

Llegó la segunda vuelta de las elecciones y el triunfo fue por muy poco. El candidato de la izquierda, Luis Inácio Lula da Silva, resultó vencedor con el 50,9% de los votos válidos. El 1% más que el actual presidente, Jair Messias Bolsonaro. Un resultado que es una radiografía de la población. Las dos mitades están constantemente en contacto al interno de las familias, en los ambientes de trabajo, en las escuelas, en las universidades y, sobre todo en las redes sociales, donde las opiniones y las noticias falsas (o parcialmente verdaderas) generan ríos de odio y discordia que amenazan quitar al pueblo brasileño lo más bello que tiene: la unidad entre los diferentes.

Foto de Kindel Media httpswww.pexels.comes-esfotobanco-gente-navegando-sentado-7688667

En este escenario decidí poner a prueba la idea que, donde no hay diálogo, es suficiente crear un espacio favorable para encontrarlo. Y decidí hacerlo allí donde me parecía que había más necesidad: en mi perfil personal de Instagram.

Hay mucha gente buena en ambos lados

Partí con la idea que es imposible cancelar la mitad de la población de un país entero. Es imposible que la mitad de todo un pueblo esté privada de personas interesantes, inteligentes y con valores. Aun teniendo una posición política muy bien definida, entiendo que la desinformación pueda llevar a tomar decisiones cuestionables. Con la conciencia que las elecciones pasan, que también los partidos políticos y los gobiernos son pasajeros, pero con la esperanza que la cualidad de las relaciones que construimos pueda ser algo duradero, decidí dar mi aporte a través de lo que creo saber hacer bien: escribir.

Escribí una carta abierta a mis amigos, ofreciendo una reflexión sobre el momento actual en la que intentaba no atacar a ninguna de las dos partes. Trataba de unir. La publiqué en Instagram y, con mi sorpresa, en menos de un día la publicación llegó a más de mil personas. Y los números no han dejado de crecer. Horas después, el texto se difundió en los grupos de WhatsApp y hoy, algunas semanas después, es difícil decir dónde pueda haber llegado esa idea. Las docenas de comentarios en mi publicación de Instagram tienen que ver con la palabra “Gracias”.

Resolver la situación, antes que nada, dentro de sí mismos

El texto nació a raíz de un encuentro con unos amigos, en el que con mucha emoción escuché la historia de vida y el punto de vista de personas extraordinarias, unas más cercanas a las ideas de izquierda, otras más de derecha, pero todas profundamente heridas dentro, sedientas de un poco de paz. En el texto, intenté transmitir el dolor de cada uno de ellos, pero sentí que no habría podido hacerlo si antes no hubiera logrado contener esos dos grupos dentro de mí.

Tuve que tratar de resolver mi división interior, cuidar mi modo de ver mis heridas y, solo así, pude reconocer las heridas de los demás. El diálogo y la paz, en ese sentido, partían desde adentro. Si es cierto que “cada uno da lo que tiene”, traté de sembrar en mí mismo una semilla de esperanza. No ha sido fácil. Y aunque parezca poco, ver germinar esta semilla en las redes sociales, en conversaciones entre conocidos y entre desconocidos, me hizo sentir con fuerza, que he hecho mi parte.

Realmente “tenemos solo lo que donamos”: he aquí otra frase en la que creo profundamente y que puede experimentar en esta ocasión. Cuanto más se ha difundido la idea, más se fortaleció incluso dentro de mí. Todavía queda mucho por hacer, y una publicación en Instagram no es suficiente. Pero los grandes cambios también pueden comenzar así. ¿Por qué no? ¡La forma en que veo al 100% de los brasileños ha cambiado! No estoy de acuerdo con todo, muchas veces las noticias me entristecen, pero poco a poco puedo ver las personas detrás de las ideas. Entonces me pregunto: ¿En este momento, hay algo mejor que esto?


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