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México: emprender desde la periferia
Tres jóvenes que no se rinden para aceptar lo que es una condena para su tierra, convirtiéndola en una oportunidad empresarial. Con ojo para la ecología integral, y corazón para la fraternidad.
Ningún comienzo es fácil. Todos en algún momento de la vida experimentamos el miedo y la incertidumbre de empezar algo nuevo. Si a eso le sumamos un contexto social lleno de barreras, la situación se complica. Pero es precisamente ese reto el que inspira a crear, a sumar e incluso emprender.
La Ciudad de México es inmensamente rica… por su gente, su cultura y su belleza. Ruidosa y armónica a la vez. Vibrantes colores que sacuden la vista de cualquiera. Los gigantes edificios, antiguos o modernos, incluso hacen olvidar que detrás de ellos también hay piedras. Sí, piedras, por no decir escombros. O más bien periferias…
Nezahualcóyotl, un nombre difícil de pronunciar, pero fácil de recordar. Nezahualcóyotl es un municipio de los suburbios de Ciudad de México, que acoge los desechos de 1.2 millones de personas a través de tres vertederos. Muchos de sus habitantes se han dedicado por generaciones a recolectar y revender basura. Muchas familias viven de ello y han heredado estos oficios a lo largo de los años. Oficios que llegaron a convertirse en una especie de sentencia a la pobreza, falta de acceso a educación y otros servicios básicos.
Entonces, ¿Cómo emprender bajo estas condiciones?
Al lado de un centro penitenciario y a pocos metros del Bordo de Xochiaca (el basurero), se encuentra la Universidad La Salle. Desde hace 15 años promueve la educación superior para jóvenes de la zona, abriendo para ellos las posibilidades de ver un horizonte más lejano y un futuro más prometedor.
Quetzal, Johnatan y Monserrat son tres jóvenes estudiantes de comercio. Naturalmente son atraídos por la economía, las empresas, los negocios y la posibilidad que ofrecen de cambiar la realidad para su municipio. Pero han querido dar un paso más allá y comenzar a trazar lo que próximamente se convertirá en una empresa con impacto positivo en la sociedad y el ambiente.
Lidiar con el tema de la basura es a algo cotidiano, pero han querido dejar de plantearlo solo como un problema, para convertirlo en una nueva posibilidad de emprender. El objetivo: generar tejidos a partir de los residuos plásticos o recipientes PET. Es decir, generar hilo a partir de estos residuos y llevar adelante una industria de moda que no genere más contaminación, sino que reduzca.
La chispa que hizo encender estas nuevas vocaciones emprendedoras fue una conferencia ofrecida por los chicos de “The Economy of Francesco”. En particular, Diego Pérez, un joven empresario, resaltó la importancia de tener empresas con vocación social y que generen impacto en la casa común. Así, nació un recorrido en el que converge la formación académica, el conocimiento de casos y la práctica.
“Queremos demostrar ante la sociedad, que como jóvenes podemos ser un cambio, que como nuevas generaciones podemos demostrar que una nueva economía es posible – señala Quetzal, y agrega – lo primero que hicimos fue ver nuestro entorno e identificar qué elementos sobresalen”.
Al lado de la universidad hay un basurero y es uno de los más grandes de toda América Latina. “Evidentemente los residuos de plástico y envases PET son cosas que abundan en la zona y se convierten en un problema” agrega Johnatan.
La incubación de esta empresa implica distintas fases. La primera consistía en formación, que incluye principios de The Economy of Francesco y la Doctrina social de la Iglesia. Ahora se encuentran en la fase de recolección de fondos que les permitan importar las máquinas. Para ello, han ideado incursionar en el mercado de la moda a través de la reventa de artículos y prendas de vestir, en modo de evitar que exista una sobreproducción de ropa, pues se estima que la industria de la moda emplea 93 mil millones de metros cúbicos de agua en un año y genera el 20% de las aguas residuales.
El emprendimiento como canal de servicio
El proyecto, que aspira a pronto convertirse en una empresa, se llama “Jasen tupac” (que en Náhuatl significa “Alma gloriosa”). Quetzal comenta que han decidido ponerle ese nombre porque han visto cómo han ido poco a poco cumpliendo todos los objetivos que se han trazado.
Y es con ese entusiasmo que se disponen a administrar este proyecto. De hecho, Diego, quien es el principal incubador, recuerda el verdadero valor que significa administrar una empresa.
La palabra «administrar» viene del latín administrare y significa «servir»: ad- (hacia), minister (sirviente). “Quien administra y emprende no es sino un servidor, o sea le está sirviendo a su comunidad, está sirviendo a su región. Cuando tu entiendes que como emprendedor no eres otra cosa sino un servidor, te colocas en ese lugar que Jesús se colocó, de lavarle los pies a los demás por medio de generar un proceso económico de compra, venta, distribución y todo lo virtuoso que le puedas agregar a eso” concluye Diego.
Lo que comenzó como una charla, ahora se ha convertido en un laboratorio que traza una nueva línea para los jóvenes que han decido soñar con emprender y ayudar a su comunidad y al ambiente.
“Me preocupa la situación que vivimos. No solo en México, sino en todo el mundo. El calor que estamos viviendo no es normal, y aunque quisiera que solamente con plantar árboles fuera suficiente, sé que no es así.