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Contra toda forma de esclavitud: ¡Hoy 23 de agosto y siempre!

 
23 agosto 2024   |   , Película,
 
Foto di lalesh aldarwish_Pexels
Foto di lalesh aldarwish_Pexels

Un viaje al doloroso tema de la esclavitud, con motivo del Día Internacional de Conmemoración de la Trata de Esclavos y su Abolición. Un viaje dramáticamente necesario para no perder la memoria de esta antigua herida del mundo.

El 23 de agosto se celebra el “Día Internacional de Conmemoración de la Trata de Esclavos y su Abolición”, con el objetivo de hacer viva de manera constructiva una gran tragedia de (y entre) los seres humanos en el distraído mundo contemporáneo.

El matiz “y entre” no es sutil y hace el tema aún más atroz, porque lo vincula a la violencia del hombre sobre el hombre: lo contrario del amor, de ese amor fundamental al prójimo como a nosotros mismos, la regla de oro necesaria para seres humanos pero que hay que conquistar cada día.

En consonancia con los objetivos del proyecto intercultural de la UNESCO “La Ruta de los Esclavos”, este día sirve para profundizar un mal antiguo y, por tanto, siempre al acecho, capaz de reaparecer hoy en formas sutiles pero, sin embargo, inhumanas.

Hay que recordar el término “conmemorar” con el añadido de solemnidad: esa grandeza que enriquece un acontecimiento para hacer más auténtica y profunda su función: en este caso el trabajo sobre la memoria de la esclavitud. Seguir combatiéndola dondequiera que se esconda.

Una herramienta útil para este noble propósito, entonces, también puede ser el cine, con su capacidad de sumergirnos en un tema, de provocar emociones fuertes y a través de ellas formar nuestra conciencia.

¿Cuáles son las películas que nos ayudan a entender el tema de la esclavitud?

Obras como Ben-Hur y Espartaco bastan -sin ir más allá de la época romana- para recordarnos que la esclavitud es una plaga nada reciente y, por tanto, nunca domesticada, que debe ser erradicada incluso hoy a la primera señal, con todas las fuerzas que tengamos.

En la primera película, dirigida por William Wyler en 1959, ambientada en Palestina durante los años de la vida de Cristo, un noble judío, Judah Ben-Hur, es traicionado y esclavizado durante años para remar en las galeras imperiales. En la segunda, dirigida por Stanley Kubrick en 1960 -ambientada en el siglo I aC. – se cuenta la historia del esclavo Espartaco que inició la tercera guerra civil en la época romana.

Sin embargo, los acontecimientos vinculados a la deportación de africanos a América y su esclavitud en el nuevo mundo, perpetrada bárbaramente durante siglos, son los que más (y a menudo mejor) cuenta el cine.

Un dramático viaje en un barco de esclavos desde África a América (inspirado en un naufragio real ocurrido en 1839) se cuenta en la primera parte de “Amistad”, 1997, de Steven Spielberg, mientras que en “12 años de esclavitud” de Steve Mcqueen (premiado con el Oscar a la mejor película en 2013), estamos en 1841 y dentro de la dramática experiencia de Solomon Northup: un violinista negro pero libre, que es engañado y vendido a un esclavista del Sur, se adentra en una terrible pesadilla durante 12 años, a través de los cuales se nos recuerda la extrema crueldad de la que ha sido (es) capaz el ser humano y la tragedia de una multitud de inocentes que han caído en una gigantesca trampa simplemente por ser pobres y frágiles.

Incluso la muy violenta “Django desencadenado”, de Quentin Tarantino, de 2012 pero ambientada dos años antes de la guerra civil estadounidense, en 1858, aborda el tema de la esclavitud en Estados Unidos. Lo hace a través de la dolorosa odisea del protagonista Django (que da el título a la película) en los Estados del sur. Estamos unos años antes de 1863 en el que se ambienta “Emancipación”: una película dura, tensa y atrapante, inspirada en la historia real del esclavo Gordon, que se hizo famoso por la foto de su espalda atrozmente azotada. Fue tomada durante sus exámenes médicos antes de su alistamiento en el ejército de la Unión, e inmediatamente se convirtió en un símbolo de la lucha contra la esclavitud.

Emancipación, dirigida en 2022 por Antoine Fuqua, parte de las plantaciones de algodón de Luisiana para contar la historia del esclavo Peter (Will Smith) que huye de la violencia constante y se ve obligado a vivir aventuras insoportables antes de lograr alistarse con los norteños en Baton Rouge. En su dramática carrera entre plantaciones y pantanos, se vuelve a mostrar la barbarie de la esclavitud, en medio del sufrimiento y el acoso físico.

La icónica foto de Gordon también aparece en la película “Lincoln” de 2012, dirigida (nuevamente) por Steven Spielberg y ambientada en 1865, con la Guerra Civil estadounidense en sus etapas finales y el presidente Lincoln profundamente empeñado a hacer oficial una ley -practicada en todos los estados americanos- para la abolición de la esclavitud. Su lucha contra el tiempo lo llevará a obtener el gran resultado de la 13ª Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América.

Una medida histórica que puso fin a una triste plaga del mundo, una profunda herida de la humanidad recordada (también) por películas necesariamente duras como las mencionadas, pero también por series de televisión más o menos recientes (igualmente dramáticas). Entre estas “El ferrocarril subterráneo”, 2021 dirigida por el premio Oscar, Barry Jenkins. Una obra fuerte, a veces inquietante, ambientada en Georgia, Carolina (Sur y Norte) y Tennessee.

Sin olvidar la más antigua, pero grabada aún en la memoria colectiva, “Raíces” (1977), ambientada en una época que va desde mediados del siglo XVIII y se mueve entre Gambia, donde el protagonista Kunta es secuestrado, Virginia y otros estados americanos en que reviven historias y generaciones de esclavitud.

Por último, viene en evidencia una miniserie de 2021 (Sky) con el actor estadounidense Samuel L. Jackson (oriundo de Gabón) que actúa como guía en otro viaje doloroso pero necesario, compuesto por cifras aterradoras: doce millones de personas secuestradas, dos millones de muertos, cuarenta y cinco mil viajes en barco en siglos de deportaciones que han producido un profundo abismo de la historia de la humanidad sobre el que es indispensable cultivar con cuidado y tenacidad la memoria, obstaculizando cualquier eliminación y reflexionando con todos los instrumentos útiles porque el trágico pasado de la esclavitud puede servir como lección para el presente y el futuro de la humanidad ¡Hoy 23 de agosto y siempre!


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