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#daretocare: educar a la democracia

 
26 junio 2020   |   , #daretocare,
 
Por Melissa Santos

En ocasión del lanzamiento de #daretocare, el Pathways 2020, Melissa Santos entrevistó para United World Projet, a Elena Pulcini, profesora titular de filosofía social en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Florencia, autora del libro: “El cuidado del mundo: miedo y responsabilidad en la edad global”.

Transcripción de la entrevista:

MS: Hola a todos, estamos aquí con la profesora Elena Pulcini, profesora de filosofía social del Departamento de Filosofía de la Universidad de Florencia. Bienvenida profesora, gracias por acompañarnos hoy.

EP: Con gusto. Gracias a ustedes.

MS: Entonces, por muchos años usted, como investigadora, se ha dedicado a este tema del cuidado. ¿Qué impacto han tenido sobre su visión del cuidado, estas experiencias de pandemia que estamos viviendo?

EP: Entonces, sobre todo, me parece que ha surgido una imagen de cuidado como asistencia. Antes que nada, pensamos en todo el personal médico y de salud del que se ha hablado muchísimo. Tengo que decir que esto ha despertado también elementos positivos, es decir pasiones un poco olvidadas como, por ejemplo, el agradecimiento, o también la compasión, o todavía más importante aún, el sentimiento de nuestra vulnerabilidad.

Todo esto ha sido positivo porque lo necesitamos mucho, ¿no? Es necesario despertar eso que yo llamo pasiones empáticas. Sin embargo, al mismo tiempo la atención se mantuvo un poco cerrada dentro de un significado relacionado esencialmente con la asistencia, lo que en inglés se llama “cura” y no “atención. Por tanto pido que la atención sea sobre todo “atención”. Esto quiere decir que el cuidado se tiene que convertirse en una forma de vida.

Nosotros tenemos que considerar la aplicación practica del principio de la responsabilidad, es decir lo que hacemos desde el momento en el que reconocemos nuestra responsabilidad, por lo tanto, el compromiso, el compromiso práctico es cotidianidad y, finalmente, participación emotiva, porque no hay buen cuidado sin involucración de tipo emotivo y de tipo afectivo.

MS: Nos gusta soñar con una sociedad en la que el cuidado sea la piedra angular de los sistemas políticos locales y globales. Según usted, ¿es una utopía o es alcanzable?

EP: Entonces, ciertamente el cuidado, significa responder ¿no? En este caso se conecta con el concepto de responsabilidad, la idea de responsabilidad, que significa darse cuenta de la existencia del otro. Desde el momento en el que me doy cuenta de la existencia del otro y no estoy encerrada en lo mío, digamos, en mi individualismo… entonces todo esto produce cosas porque, de hecho, darse cuenta de la existencia del otro significa recuperar una capacidad que tenemos dentro de nosotros, que es la empatía.

La empatía quiere decir ponerse en el lugar del otro, es una capacidad que nosotros hemos ignorado, que hemos descuidado, y que ahora, realmente es el momento de hacer emerger porque está dentro de nosotros. Digamos que el problema a la pregunta que me he hecho y continúo haciéndome es: pero hoy, ¿Quién es el otro? Creo que en este momento esta pregunta sea importante porque desde hace algún tiempo, están surgiendo nuevas figuras del otro, al menos nuevas figuras de lo que nosotros consideramos otro significado del otro. Porque todo ha cambiado, porque todo está cambiando y estamos frente a desafíos globales. Entonces, hoy el otro también es el distinto, el otro también son las futuras generaciones. El otro, insisto en decir, hoy es la naturaleza, el ambiente, la tierra que nos hospeda.

Por tanto, el cuidado se convierte realmente en la respuesta que contiene los grandes desafíos de nuestro tiempo, si nosotros lo sabemos acoger y si sabemos cómo hacerlo a través de esta capacidad empática de relacionarse con el otro. Entonces no se si realmente es realizable, pero creo que no podemos perder también la perspectiva utópica. Creo que, sin ideología, pero debemos mantener la actitud utópica, y eso quiere decir que no es suficiente la responsabilidad, sino que se necesita cultivar también la esperanza.

MS: ¿Qué sugerencias puede darnos para actuar en esta dirección y orientar nuestras sociedades al cuidado de nuestras sociedades, comenzando por las instituciones?

EP: Si, entonces, creo que debemos actuar en todos los lugares en los que operamos, para salir de la esfera privada al que está confinada desde hace siglos y, que como sabemos, se identifica con las mujeres, que han estado penalizadas por estar encerradas en lo privado.

Entonces es necesario sacar el cuidado de la esfera privada. Yo debo pensarme como un sujeto de cuidado de mi familia, en mi profesión de docente, cuando encuentro el pobre marginado de la calle o cuando voy a nadar a la playa, en una playa, tengo que cuidar todas mis dimensiones.

Que no quiere decir ser sujetos de cuidado 24 horas sobre 24 porque esto sería insostenible. Nosotros no tenemos que sentirnos obligados al cuidado, tenemos que sentirnos llevados al cuidado como una forma de vida. Como algo que es realmente capaz de interrumpir esta espiral perversa, digamos, esta deriva, de nuestro individualismo ilimitado, que nos está llevando no solo a la autodestrucción del mundo viviente. Digámoslo así que esto sería realmente un gran pecado.

Por tanto, debemos tratar de responder con cuidado a las patologías de nuestra sociedad. Lo cual, en una palabra, quiere decir educar a la democracia. Me encanta un filosofo del siglo XIX que, en mi opinión no tiene igual en esto, se llama Alexis de Tocquieville que decía que “tenemos que educar a la democracia”. Todavía es una lección por aprender y creo que signifique cultivar las propias emociones empáticas de modo que seamos empujados estimulados. Llevados al cuidado con gusto. Con gratificación no con restricciones.

MS: Bellísimo, perfecto. Gracias profesora por su profundidad y se puede ver que estamos comenzando un recorrido que puede llevar a un nuevo estilo de vida, una nueva orientación cultural al mundo. Esperemos lograrlo. Mil gracias.

EP: Es lo que esperamos. Los mejores deseos para su proyecto.

MS: Mil gracias, mil gracias.


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