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El amor que enseña: Maria Montessori

 
11 octubre 2024   |   Italia, Película,
 
Montessori_Jasmine Trinca
Montessori_Jasmine Trinca_

Los primeros años de la gran obra de Maria Montessori, médica y pedagoga italiana de principios del siglo XX. Una buena película, sencilla, los relata: “Maria Montesori – La nuovelle femme”. Una biopic parcial que aborda grandes temas como el amor, la maternidad, la condición femenina, la infancia y la discapacidad.

En el centro de todo está el amor: el conocimiento, como cada cosa que el prójimo puede aprender de nosotros, se trasmite mejor a través del instrumento del amor. Potente y extremamente humana.

María Montessori lo dice claramente en la película del mismo nombre dirigido por Léa Teodorov, después de que una comisión (completamente masculina) fue a evaluar, no sin escepticismo y prejuicios, su trabajo de un año con lo que hoy llamamos discapacidad. Pero a principios del siglo pasado se abordó con términos decididamente poco delicados y ofensivos, como “idiota”, por ejemplo.

Observando y escuchando a varios niños neuroatípicos con el cuidado maternal -otro adjetivo fundamental en la película y en la misma Montessori- la protagonista consigue hacerlos avanzar desde el punto de vista cognitivo y emocional, llenando sus vidas no sólo de dignidad, sino también de belleza y calidez.

LA-NOUVELLE-FEMME_Photogramme_13 - Cortesia Echo Group
LA-NOUVELLE-FEMME_Photogramme_13 – Cortesia Echo Group

Maria, bien interpretada por Jasmine Trinca, logrará demostrar cómo la interacción entre los jóvenes con discapacidad y las personas más cercanas a ellos conduce a esa necesaria humanidad que sana y salva.

Lo hace también gracias al personaje imaginario de Lili d’Alengy, una cortesana parisina y madre de una niña con retraso cognitivo (no aceptado inicialmente por la mujer).

Juntas María y Lili, distintas pero con algo en común, apoyadas por el excepcional y milagroso filtro de la música, testificarán cómo el cuidado afectivo y la cercanía física y emocional pueden marcar la diferencia en el desarrollo del niño.

Será esta experiencia radical, aún más experimental si pensamos que se vivió (apenas) a principios del siglo XX, la que dará forma al llamado “Método Montessori”, nacido de la genialidad de un médico y pedagogo extraordinario, portador de una revolución basada en la escucha.

Esta mujer, inicialmente ni siquiera remunerada, nos dejó una lección que con el tiempo ha sido exportada a todo el mundo.

Maria Montessori inició por la acogida de la diversidad, de la fragilidad extrema, de la protección, de la recuperación de los que estaban atrás, de la protección de los que en ese momento estaban marginados, para luego extender su modus operandi a todos los niños del planeta, de cualquier origen y condición física y psíquica.

Llama la atención que este maravilloso camino empático haya sido llevado adelante, por María Montessori junto con su ser madre. Una maternidad vivida de manera conflictual: no por falta de amor, al contrario, sino porque aquel amado hijo suyo, el pequeño Mario, había nacido fuera del matrimonio, y en un tempo muy lejano del nuestro, en el que la sociedad no aceptaba hijos concebidos por parejas no casadas, aquel niño creció durante doce años en el campo con una nodriza.

Siempre existe este dolor, en la Maria de la película, experimentado en la distancia de su hijo como en las visitas a la casa de campo en las que intentaba restituir a su hijo aquella relación fundamental para cualquier recién nacido: aquella con quien lo puso en el mundo, y con amor profundo lo preparaba a la vida.

Una maternidad de algún modo negada a Maria Montessori, que tanto dio a los niños de todo el mundo. Una maternidad que, sin embargo, supo derramar, quien sabe si en consecuencia, en cada incipiente vida que encontró.

Por tanto, existe lo privado en lo público, el sentimiento en el trabajo, en esta película coproducida por Francia e Italia. Una obra sencilla, seca en estilo, pero eficaz en contenido. Se trata de una mujer moderna y combativa (no es casualidad que el título original de la película, en francés, sea: La nouvelle femme), incapaz de renunciar a su trayectoria profesional para cambiar la educación de sus hijos, a pesar de que esto le haya provocado grandes sufrimientos personales.

La directora Léa Todorov dedicó la película a su hija Sofía, una niña neuroatípica.


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