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La cultura del cuidado como camino de paz
Por Daniela Ropelato[1]
Un comentario sobre el mensaje del Papa Francisco para la 54ª Jornada Mundial de la Paz que se celebra cada año el 1° de enero.
No me sorprendió encontrar el tema del cuidado en las agencias de prensa que difundieron el Mensaje del Papa Francisco para el 1° de enero, 54ª jornada mundial de la paz. En cambio, me dio una sacudida bastante saludable, y quizás así fue para muchos de los que trabajamos por #daretocare, fue como si el Papa Francisco nos dijera: adelante, están conmigo, no se detengan…
En los últimos meses, nos había hablado en varias ocasiones del cuidado: en las semanas más duras de la pandemia y en sus catequesis de verano, hasta la “Fratelli tutti” del pasado 3 de octubre, cuando quiso poner en el corazón de este texto, que nos es tan cercano, precisamente la parábola del cuidado, la historia del samaritano.
Así, en el mensaje para el 1° de enero, nos ha parecido leer una nueva página de la “Laudato sí” y de la “Fratelli tutti”: si “el abandono social y político deja calles desoladas en muchos lugares del mundo, donde disputas internas e internacionales y los saqueos de oportunidades dejan a muchos marginados en el suelo al costado del camino”, Papa Francisco indica un nuevo “recorrido de paz”, una verdadera y propia “brújula de principios” para imprimir una “ruta común” en nuestro camino.
Es el momento de hacer una precisa elección: “cuidar los unos de los otros y de la creación, para construir una sociedad basada en relaciones de fraternidad”, hasta “convertirse en profetas y testigos” de una “cultura del cuidado para erradicar la cultura de la indiferencia, del derroche y del enfrentamiento”. Cultura que se convierte en un “compromiso común, solidario y participativo”, capaz de tejer una nueva socialidad. Somos muchos los que agradecemos al Papa Francisco también por esta observación: “Y esto será posible solamente con un fuerte y difundido protagonismo de las mujeres, en la familia y en todos los ambientes sociales, políticos e institucionales”.
En el mensaje, queda claro el capítulo de los principios sociales que nos pueden guiar en el camino. El Papa Francisco habla de dignidad, de solidaridad con los más pobres, de bien común, de salvaguardar la creación, no en abstracto, sino dentro de los conflictos y las heridas sociales. Me llamó mucho la atención la fuerte referencia a la “dispersión de recursos” utilizados para armas, “recursos que podrían utilizarse para prioridades más significativas para garantizar la seguridad de las personas, como la promoción de la paz y el desarrollo humano integral, la escucha contra la pobreza, la garantía de las necesidades sanitarias”. Y también, la atención a los procesos educativos en familia, en la escuela, en la comunicación.
Me detengo aquí porque no quiero privar a nadie del placer de leer el mensaje en profundidad, para hacernos contagiar de la “gramática” del cuidado. No por casualidad, vemos cómo es necesaria esta perspectiva delante de la crisis sanitaria y ambiental, mientras crece la atención a los bienes comunes urbanos, a los territorios y a las periferias, pero también donde se lucha por el derecho del trabajo, donde quienes sufren son los ancianos, los enfermos, los discapacitados, donde las migraciones de los pueblos todavía encuentran los caminos cerrados…
Una última observación: no es extraño que alguien se pregunte por qué hoy, cerca de otros cuadros de referencia muy sólidos, el cuidado emerge como una agenda ética global. Es una pregunta que podríamos hacerla también al Papa Francisco: ¿por qué en el camino hacia la fraternidad universal, dar relieve a una idea complementaria? Tal vez no tenemos que olvidarnos que es la vida la que nos guía y, como el Papa Francisco nos ha enseñado, “la realidad supera la idea”[2]. Cada tiempo plantea diferentes interrogantes y, mientras madura la herencia polifacética de nuestra humanidad, también el punto de observación que asumimos, contribuye a la elaboración de un nuevo pensamiento, a la producción de herramientas y caminos coherentes. Nuestro punto de observación, hoy es este: podríamos decir que la perspectiva del cuidado, cuidar los unos de los otros, hoy nos acerca directa y más concretamente a algunas dimensiones de la vida humana y del cosmos, que nos interpelan con urgencia. De alguna manera, se trata de comprender la relación entre el horizonte que tenemos frente a nosotros y los diferentes caminos que podemos tomar para alcanzarlo y que lo anticipan.
Además, a lo largo del camino, hemos encontrado otras personas que están estudiando el mismo tema. Una de estas pistas de búsqueda, para dar un ejemplo, conecta el cuidado a la responsabilidad: mirar la realidad con un ojo atento, resalta cuán vulnerables somos y por qué somos responsables los unos de los otros. Este también es un estudio importante para justificar la responsabilidad intergeneracional en la protección del ecosistema. Desde este punto de vista, el tema del cuidado nos abre una serie de ventanas, una visión integradora de la realidad, al punto de que podríamos decir que hoy la misma socialidad humana, la misma política, ya no se pueden entender sin esta dimensión de prontitud, de apoyo y compartición, servicio eficaz, de participación. Por tanto, Un punto de observación extraordinario.
Sin olvidar el valor de caminar juntos y de la perspectiva general que no puede faltar. Quizás el Papa Francisco estaría feliz de saber que si la cultura del cuidado y su brújula han dado direcciones precisas a nuestro compromiso, por otra parte, la fraternidad, “paradigma global de desarrollo político”, como la definió Chiara Lubich en la Jornada de la interdependencia del 2003, es la estrella polar en este cambio de época, principio regulador transparente también del tener cuidado, capaz de abrir continuamente las relaciones y las instituciones a la universalidad, de componer concepciones antagonistas, pero también las distintas parcialidades en unidad de un designio del bien. Este es un capítulo que continúa.
[1] Docente de Ciencias políticas, Instituto Universitario Sophia, Loppiano Centro Internecional Mppu
[2] Cfr Papa Francisco, Evangelii Gaudium (233)