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La ecología integral como compromiso común de las Iglesias cristianas y de las diferentes religiones
POR ANTONINO PUGLISI
INTRODUCCIÓN
Hace poco más de cincuenta años hemos pisado la luna. El alunizaje del 20 de julio de 1979 permanecerá como un momento extraordinario y único en la historia del mundo. Desde entonces la humanidad ha experimentado enormes cambios en todos los niveles. La población mundial se ha duplicado[i] y enormes masas de población se han trasladado de zonas rurales a zonas urbanas. La vida media se ha alargado considerablemente prácticamente para todas las poblaciones de nuestro planeta[ii]. En pocas décadas la humanidad ha producido extraordinarios avances científicos y tecnológicos que han cambiado para siempre nuestros estilos de vida trayendo consigo innegables beneficios. Pero, al mismo tiempo, por primera vez en la historia de la humanidad, la estabilidad de la naturaleza y del planeta que nos alberga se ha convertido en algo que ya no podemos dar por descontado. La misma proyección de nuestro futuro tiene uno de los puntos más críticos en relación con la naturaleza, desafiando nuestros modelos de desarrollo y nuestra propia humanidad. Hay muchas voces que, en estos últimos años, se han elevado en favor de la protección del medio ambiente.
Frente a la gobernanza internacional, las Naciones Unidas, con la Agenda 2030, impulsan a la comunidad internacional a lograr la sostenibilidad a través de los 17 objetivos para el desarrollo sostenible (ODS)[iii]. El 24 de mayo del 2015 el Papa Francisco lanza al mundo su segunda carta encíclica, Laudato sÍ: sobre el cuidado de la casa común. Estratégicamente publicada justo antes de la COP31 de París. Con ella Francisco se propone «entrar especialmente en diálogo con todos sobre nuestra casa común» (LS 3). “Diálogo” y “casa común” representan el binomio que parece atravesar enteramente el texto de este extraordinario documento, trazando un sendero sobre el cual el pontífice invita a la Iglesia y a la humanidad a encaminarse, «…antes de que sea tarde» (LS 193). Un diálogo, precisa «sobre la forma en la que estamos construyendo el futuro del planeta», que define como urgente y que involucra a todos «(…) porque el desafío ambiental que estamos viviendo, y sus raíces humanas, nos conciernen y nos afectan a todos» (LS 14). El Papa Francisco sugiere un enfoque de ecología integral que destaca cómo el problema ecológico está profundamente entrelazado con las cuestiones económicas, sociales y culturales, «para escuchar tanto el grito de la tierra como el grito de los pobres» (LS 49).