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La lección de «Ozi: la Voz del Bosque»

 
19 septiembre 2024   |   Internacional, Película,
 
OziChance_Ravine_OziVOTF_P32. Foto Cortesia Gargiulo&Polici Communication
OziChance_Ravine_OziVOTF_P32. Foto Cortesia Gargiulo&Polici Communication

Una película para los más pequeños, pero no solo para ellos, que nos habla de nuestra tierra sufriente y de palabras dolorosas como la deforestación. Una película de animación inteligente y educativa, producida por Leonardo DiCaprio.

No es la primera película de animación, “Ozi – La Voz del Bosque”, dirigida por Tim Harper y que llegará a los cines a partir del 19 de septiembre, que toca un tema delicado como la ecología, el cuidado de la casa común. Pensemos en la superproducción Avatar, de 2009, la Wall-E, de 2008, y más atrás a Nausicaa del Valle del viento, de 1984, dirigida por el maestro japonés Hayao Miyazaki.

Sin embargo, la sola yuxtaposición de esta buena película (producida por Leonardo DiCaprio) a las tres joyas cinematográficas mencionadas ayuda a describir la naturaleza de un producto emocionalmente disfrutable y nutritivo, educativo, por los contenidos que transmite. Para los más pequeños, ante todo, pero también para los adultos que los acompañarán al cine.

La historia es la de una bebé orangután, Ozi, que vive feliz en la selva tropical con sus padres. En armonía con el paisaje, podemos decir. Hasta que un terrible incendio, que incluye también una gigantesca y violenta excavadora (lo que indica el origen no aleatorio del incendio), obliga a la familia de Ozi a separarse, haciendo imposible para la pequeña saber qué destino les tocaba a sus padres y viceversa.

Ozi es salvada por defensores honestos de la naturaleza, activistas sinceros, voluntarios apasionados por la salud de los ecosistemas y las criaturas que los habitan. Personas que cuidan de ella y de otros cachorros que han pasado por un destino similar al suyo.

Gracias a una inteligencia cristalina, la joven aprende el idioma de los signos e incluso, a través de la tecnología, se convierte en influencer capaz de comunicarse con los humanos para concientizarlos sobre el tema del medio ambiente.

Eso también estaría bien para la pequeña Ozi, solo que un día descubre que sus padres siguen vivos, y junto con amigos tan extraños como verdaderos, abandona ese pequeño rincón del mundo equilibrado y afronta un viaje en

que descubre lo triste y gigantesco de la deforestación y la explotación exagerada de espacios y recursos naturales.

Ozi descubre que sus padres viven en un espacio artificial junto a muchas otras especies: un contenedor a través del cual una enorme empresa se anuncia ofreciendo una imagen de sí misma que no corresponde a la realidad.

La protagonista logrará volver a abrazar a su mamá y a su papá, pero gracias a su valor, a su sensibilidad y perseverancia, unidas al talento mediático, Ozi denunciará la realidad de un mundo depredado y, más sutilmente, el de la especulación sobre intereses personales, intereses principalmente económicos, sobre un argumento fundamental para nuestro futuro, como es el del medio ambiente.

El de la gran marca corporativa que explota el tema de la naturaleza para ocultar, si no alimentar, sus ganancias basadas en una conducta comercial desenfrenada explotadora del espacio común, cuya integridad es vital para toda forma de vida, incluida la humana.

Ozi – la voz del bosque, de forma más clara que las tres películas animadas mencionadas al principio de este artículo, utiliza un lenguaje dirigido a los niños: tiene una estructura sencilla, con momentos de acción llenos de adrenalina y otros más tiernos y divertidos. Incluso ligero, cómico, con la victoria final de la pequeña heroína, apoyada por su grupo de amigos.

Es precisamente esa claridad de intenciones, sin embargo, su clara linealidad, lo que lo hace útil para difundir y profundizar el tema fundamental de la salvaguardia de nuestro Planeta. Es para los más pequeños como hemos dicho, pero también es un buen repaso para los adultos: les interroga (nos interroga) sobre la hipocresía, sobre la superficialidad si no sobre el desinterés en el que pueden (podemos) caer frente al tema del medio ambiente.

Un adulto humano, en la película, habla sin rodeos como “queja”, cuando Ozi intenta crear conciencia entre los espectadores, y es un término, una emoción que puede surgir con demasiada facilidad en el corazón de las personas, porque es incómodo admitir que nuestra casa común sufre y que hay necesidad de un cambio que obligue a todos a asumir una exigente responsabilidad cotidiana.

Leonardo DiCaprio no es nuevo en producir películas sobre una tierra en problemas, sufriendo a manos del hombre. En 2016 se estrenó el impactante documental ‘Before the flood’ (Antes de que sea tarde) en el que él mismo dialoga con influyentes personalidades del mundo sobre el cambio climático que daña al planeta. En 2007 ‘La hora 11’ en España y ‘La última hora’ en Hispanoamérica, otro documental, también escrito y narrado por DiCaprio, sobre la necesidad de cambiar de marcha si queremos vivir en un futuro sostenible.

Ahora el actor estadounidense ganador del Oscar nos ofrece esta película inevitablemente menos violenta, más insinuada, menos impactante que sus dos trabajos anteriores, pero perfectamente capaz de ser un instrumento de diálogo entre generaciones para el tratamiento de lo que la propia Ozi llama muchas veces «casa», es decir, nuestra casa común, para decirlo con palabras del Papa Francisco. Ese espacio que nos ha sido donado para vivir, ese espacio que debemos proteger con total atención, porque sin él dejamos de existir, sin él y sin su verdor, no existiríamos nosotros.


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