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Paz: los caminos del Papa Francisco en su mensaje para la 56° Jornada Mundial de la Paz
El 1° de enero, la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial de la Paz. El Papa Francisco invita a los pueblos y naciones a poner al centro la palabra “juntos” e indica la fraternidad humana como el tesoro de la humanidad: «es juntos, en la fraternidad y la solidaridad, que podemos construir la paz, garantizar la justicia y superar los acontecimientos más dolorosos».
«Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el COVID-19 para trazar juntos caminos de paz». Así tituló el Papa su mensaje pera la 56 Jornada Mundial de la Paz, en el que parece que nos pida el esfuerzo de detenernos, y atrevernos a hacer, junto con él un análisis de lo que hemos vivido en los últimos años, a causa de la pandemia. «Transcurridos tres años, ha llegado el momento de tomarnos un tiempo para cuestionarnos, aprender, crecer y dejarnos transformar —de forma personal y comunitaria—». ¿Qué hemos aprendido? ¿Qué caminos podemos retomar? ¿Cuáles son las semillas de vida y esperanza a partir de las cuales empezar a construir un mundo mejor?
El Papa Francisco no hace descuentos. «El COVID-19 nos arrastró en medio de la noche, desestabilizando nuestra vida ordinaria, revolucionando nuestros planes y costumbres, perturbando la aparente tranquilidad incluso de las sociedades más privilegiadas, generando desorientación y sufrimiento, y causando la muerte de tantos hermanos y hermanas nuestros». Y también ha procurado malestar social, aumento de la pobreza y la desigualdad, la soledad de los más pobres y marginados. Sin embargo, ante este escenario el Papa tiene una certeza: «podemos decir que la mayor lección que nos deja en herencia el COVID-19 es la conciencia de que todos nos necesitamos; de que nuestro mayor tesoro, aunque también el más frágil, es la fraternidad humana, fundada en nuestra filiación divina común, y de que nadie puede salvarse solo. Por tanto, es urgente que busquemos y promovamos juntos los valores universales que trazan el camino de esta fraternidad humana».
La pandemia, anota el pontífice, también ha sacado a la luz los aspectos positivos de la humanidad: ha hecho que muchos redescubrieran la solidaridad, un «reducción de ciertas pretensiones consumistas», la capacidad de muchas personas de entregarse y gastarse por el bien común. De ahí la invitación a volver a poner al centro la palabra “juntos”. «En efecto, es juntos, en la fraternidad y la solidaridad, que podemos construir la paz, garantizar la justicia y superar los acontecimientos más dolorosos. De hecho, las respuestas más eficaces a la pandemia han sido aquellas en las que grupos sociales, instituciones públicas y privadas y organizaciones internacionales se han unido para hacer frente al desafío, dejando de lado intereses particulares. Sólo la paz que nace del amor fraterno y desinteresado puede ayudarnos a superar las crisis personales, sociales y mundiales». Incluso las guerras. Aunque el «virus de la guerra», aclara el pontífice «es más difícil de vencer que los que afectan al organismo, porque no procede del exterior, sino del interior del corazón humano».
¿No hay solución entonces? ¿Nos debemos resignar a la guerra en Ucrania y a todas las otras guerras? ¿A los conflictos armados y a los derechos civiles y humanos pisoteados violentamente, como los medios de comunicación nos muestran, solo por citar alguno, en Afganistán, Myanmar o Irán? No exactamente. Según el pontífice, el primer paso consiste en salir de uno mismo, del círculo de los intereses particulares, y sentirse parte de la comunidad humana. «Ya no podemos pensar sólo en preservar el espacio de nuestros intereses personales o nacionales, -explica el Papa Francisco- sino que debemos concebirnos a la luz del bien común, con un sentido comunitario, es decir, como un “nosotros” abierto a la fraternidad universal. No podemos buscar sólo protegernos a nosotros mismos; es hora de que todos nos comprometamos con la sanación de nuestra sociedad y nuestro planeta, creando las bases para un mundo más justo y pacífico, que se involucre con seriedad en la búsqueda de un bien que sea verdaderamente común».
Finalmente, para construir una paz verdadera y duradera, Bergoglio propone algunos campos de acción concretos, como “caminos” que se pueden transitar universalmente, para citar el título de su mensaje: repensar el tema de la salud pública para todos; continuar impulsando acciones de paz para detener los conflictos; cuidar la Casa Común y actuar para enfrentar la crisis climática; combatir contra las desigualdades, trabajar para erradicar el hambre y garantizar un trabajo digno para todos; desarrollar políticas de acogida e integración para los migrantes y para quienes viven en los márgenes de la sociedad. «Sólo invirtiendo en estas situaciones, – concluye el Papa Francisco- con un deseo altruista inspirado por el amor infinito y misericordioso de Dios, podremos construir un mundo nuevo y ayudar a edificar el Reino de Dios, que es un Reino de amor, de justicia y de paz».