Workshop
Amar más allá de las fronteras
Por Alexander Simoen
Experiencia de un grupo de jóvenes provenientes de Escocia, Italia, Colombia, Argelia, Bélgica, China y Argentina que, en representación de la ONG New Humanity, visitaron Turquía y trascurrieron algún tiempo con la gente del lugar y con los refugiados.
Somos Danila, Yang Li, Alexander, Alfonso, Amine, Jorge, Daniel y Valentina, un grupo de personas de países y procedencias muy diferentes. ¿Qué nos une? Somos compañeros de clase en el Instituto Universitario Sophia, en Loppiano, un pequeño pueblo de la Toscana. Juntos, y en nombre de la ONG New Humanity, tuvimos la oportunidad de ir a Turquía para conocer el país y aprender más sobre la realidad de los refugiados y los lugareños.
Turquía es el país europeo más cercano a las regiones de conflicto que acoge las primeras oleadas de refugiados. Hemos visto que uno de los mayores desafíos para las autoridades locales es ayudar a los refugiados sirios sin crear tensiones o sentimientos de agobio por parte de la población local y tratar de evitar estas situaciones.
La cultura turca es muy distinta de la europea. Por ejemplo, el pueblo turco saluda de forma particular. A la gente de Sanliurfa -una de las ciudades que visitaron- le gusta comer: le encanta el arroz, la comida picante, el yogurt y mucha carne. Cuando caminas por las calles la gente te ofrece comida para que la pruebes. Los turcos son muy acogedores y están siempre dispuestos a ayudar y a sonreírte.
Venir aquí a Sanliurfa, una ciudad de 2 millones y medio de habitantes, de los cuales medio millón son refugiados sirios, nos dio la posibilidad de ver, de primera mano, la realidad de la acogida turca a los refugiados. En Europa, a través de los medios, a menudo oímos hablar de la situación, pero estar aquí nos da nuevos puntos de vista y una mejor comprensión de la realidad. Sin ningún filtro, hemos tenido la posibilidad de encontrarnos con varias personas. Estuvimos con funcionarios, fuimos a una escuela, visitamos las familias y también tuvimos con nosotros, en nuestro grupo, algunos estudiantes sirios.
En estas ocasiones hemos aprendido cómo el Estado turco trabaja con los refugiados. Hemos visto que, en algunas ocasiones, los niños tienen la oportunidad de ir a la escuela o que las familias reciben ayuda para el alojamiento y también que muchas personas trabajan en el campo de inscripción para el pueblo sirio. Considerando la magnitud del problema está claro que naturalmente hay mucho que hacer y hay también muchas dificultades para lograr dar una mejor acogida a los refugiados. Pero nos ha quedado claro que el gobierno turco está haciendo un enorme esfuerzo para hacer todo lo que puede.
La realidad de los refugiados
Jorge y Amine tuvieron la posibilidad de visitar un orfanato. No tenían muchos recursos, Jorge no sabía el idioma ni la misma formación cultural, pero aprendimos que con un abrazo y sincera y plena atención de nuestra parte, podíamos ser sus amigos. Nos llamaban “Amu” que en árabe significa Tío. Andes de despedirnos del director del centro y de los niños, nos preguntaron si podíamos volver nuevamente, insistiendo que los niños necesitan afecto y contacto cálido, sobre todo por parte de los hombres. Para nosotros fue difícil dejar a estos niños que fácilmente se conquistaron un lugar en nuestros corazones.
Daniel, de Escocia, tuvo la oportunidad de visitar a los refugiados sirios que han hecho la experiencia de haber salido obligados de su patria. Resumió así lo que le ha impactado:
Hablando como europeo, la inmigración y los refugiados son temas muy publicitados. Sentí que se ha convertido en algo normal y por lo tanto me he vuelto un poco insensible al problema. Se ha convertido también en un tema político candente por lo que la discusión se aleja aún más de su dimensión humana. A menudo es un argumento encuadrado en términos del impacto negativo que los migrantes tienen sobre la sociedad de acogida y de cuánta ayuda financiaría hay que enviar.
Esta semana tuvimos la oportunidad de conocer algunos refugiados que hacen parte del grupo del proyecto. Compartieron su experiencia con mucha apertura, y pudimos sentir, sentir y ver la desorientación por haber perdido su hogar, el dolor de estar separados de sus familiares, la incertidumbre de sus largos viajes para encontrar seguridad en Turquía. Nos quedamos impactados por el hecho que cada uno de nuestros nuevos amigos sintiera una gran gratitud por la relativa seguridad que encontraron en Turquía, y afortunadamente lograron construir una vida en esta nueva ciudad, sin embargo, los recuerdos y las cicatrices de la guerra permanecen.
Hemos podido visitar las familias de los refugiados. Visité a una madre y sus cuatro hijos pequeños, el padre está desaparecido desde hace cinco años y por tanto los niños tienen que trabajar y estudiar. Los niños han tenido problemas para ser aceptados por los otros del lugar y ahora la madre está reacia a dejarlos jugar fuera de la casa… tienen un techo donde vivir y alimentos que comer y se unen al sentimiento de gratitud a Turquía que los aceptó. Sin embargo, hemos visto, en primera persona, la pobreza, la abrumadora realidad de una ciudad de 2 millones de habitantes con 600.000 refugiados.
Me impresionó el hecho que, aun si se ven pobres y quebrantados, lejos de sus casas, cuando están juntos, están enteros. En las sonrisas de los hermanos y hermanas que se hacen el uno al otro, por ese trauma compartido se ve, de alguna manera, que están enteros.
Vi una gran dignidad en la gratitud de esta familia por el hecho que viven y están juntos, y su fe de no estar solos en la lucha. En este momento sentí una gran pobreza en mí y en mi cultura, para la cual nada es suficiente. El don de la perseverancia y la humildad es un regalo que intentaré llevar a casa, en una cultura obsesionada por la salvación bajo forma de cosas materiales. Esto no significa que la ayuda no será un verdadero don, sino que la humanidad se realiza en el cuidado recíproco y en el amor.
Las instituciones oficiales dan la bienvenida a los refugiados sirios.
En cuanto a las reuniones con funcionarios de la administración pública con quienes hablamos directamente sobre los procesos de acogida institucional, a la población de refugiados sirios en territorio turco, vimos una gran transparencia por parte de las instituciones oficiales. Tuvimos acceso a lugares reservados. Aunque la mayor parte del proceso consiste en inscribir personas y su integración en el sistema social y laboral, las palabras que, con mayor frecuencia, hemos escuchado han sido empatía y dignidad. Fue alentador y nos dio esperanza de escuchar al alcalde de Sanliurfa hablar sobre ayudar y acoger a los refugiados sirios por amor.
La esfera cultural y religiosa influye en la dimensión administrativa y política y en este caso pone un fuerte énfasis en la empatía al escuchar las historias de las víctimas para darles dignidad y acogida “porque en su rostro está el rostro de Alá (Dios)”. Entonces, en esta experiencia con los funcionarios, encontramos un mensaje para los funcionarios estatales de otras partes del mundo, enfocándose en la empatía con las historias de otros y reconociéndolas o «taninma», como dicen, para ayudar a todos con efectivamente.
Aprendimos lo importante que es entrar en la situación de la sociedad turca, el 20% de los habitantes de Sanliurfa son refugiados. Hemos visto que se están adelantando muchas acciones, naturalmente se podría hacer mucho; más allá del apoyo material, por ejemplo, en el campo de la formación y del acompañamiento.