United World Project

Workshop

Áreas marinas protegidas en aguas internacionales

 
22 marzo 2023   |   , ,
 
FueNTE: CITTÀ NUOVA – Por Pasquale Pellegrini

El histórico acuerdo ONU sobre los océanos es un paso hacia adelante en favor de la humanidad y la salvaguardia del ambiente

La noticia es buena, pero podría llegar a ser óptima si los Estados ratifican rápidamente los compromisos que han suscrito. El Tratado de Alta Mar, el acuerdo sobre la protección de alta mar alcanzado por las Naciones Unidas el pasado 4 de marzo es un paso importante para la protección de los océanos, especialmente aquellas áreas donde todos pueden ejercer el derecho a explotarlas sin límite alguno.

El tratado establece que, para 2030, el 30 por ciento de los mares más allá de la Zona Económica Exclusiva, generalmente más allá de las 200 millas náuticas, estarán sujetos a un régimen de protección legal especial, con el fin de garantizar la biodiversidad y la integridad de los ecosistemas marinos. El resultado es considerado histórico por quienes llevan mucho tiempo luchando por la protección del Alta Mar. Entre ellos hay muchas asociaciones ambientalistas.

Tras cerca de veinte años de negociaciones y una estrecha negociación de 38 horas, esta vez se ha conseguido el resultado, gracias sobre todo a la High Ambition Coalition, formada por la Unión Europea, Estados Unidos, China y Reino Unido. Aún quedan algunos pasos por dar. Primero la adopción formal del acuerdo, luego la ratificación por las naciones.

Llenando algunos vacíos en el derecho internacional, el tratado allana el camino para un proceso real de protección de los océanos con la creación de áreas marinas protegidas en aguas internacionales. De hecho, el resultado refuerza los compromisos adquiridos el pasado mes de diciembre en Montreal durante la decimoquinta edición de la Conferencia sobre Biodiversidad.

En esa oportunidad, las naciones acordaron un paquete de medidas para la «conservación y manejo efectivos de al menos el 30 por ciento de la tierra, las aguas continentales, las zonas costeras y los océanos del mundo, con especial atención a las áreas de especial importancia para la biodiversidad y el funcionamiento y los servicios de los ecosistemas”.

En concreto, el acuerdo sobre los océanos tiende a favorecer la rehabilitación de especies marinas amenazadas con límites a la pesca, zonas transitables por barcos, actividades de exploración y extracción de minerales del fondo marino y el establecimiento de una conferencia periódica para resolver los temas más espinosos.

Uno de los puntos más debatidos fue la distribución justa de los beneficios derivados de los recursos genéticos marinos esenciales para la producción de medicamentos y alimentos. Aunque no tengan las mismas capacidades tecnológicas y científicas, todos los países deben poder disfrutar de la riqueza de los océanos y contribuir a su protección.

Uno de los puntos más debatidos fue la distribución justa de los beneficios derivados de los recursos genéticos marinos esenciales para la producción de medicamentos y alimentos. Aunque no tengan las mismas capacidades tecnológicas y científicas, todos los países deben poder disfrutar de la riqueza de los océanos y contribuir a su protección.

Algunas cuestiones, sin embargo, quedaron sin resolver. Por ejemplo, existe un debate sobre si la protección de un área debe ser integral o si debe aplicarse el principio de sostenibilidad. También se debe tener en cuenta que la vida marina no reconoce la artificialidad de los límites impuestos por el hombre, por lo que las áreas deben estar coordinadas entre sí.

No obstante, el nuevo tratado proporciona herramientas legales más vinculantes. De hecho, serán necesarias evaluaciones ambientales más completas antes de autorizar actividades humanas capaces de alterar los ecosistemas marinos. Los intereses en juego son altos. La inmensa riqueza mineral que ofrecen los fondos marinos, más allá de los límites de las jurisdicciones nacionales, es codiciada por muchos, para lo cual son necesarios estrictos límites.

De hecho, la explotación no regulada y sin control de los recursos marinos ha agotado significativamente los océanos. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el 10 por ciento de las especies marinas de las 230.000 censadas están en peligro de extinción. En concreto, el 15 por ciento de la barrera coralina, el 90 de tiburones y rayas, el 67 de peces, el 11 de moluscos y el 0,1 de algas verdes. No se trata sólo de una pérdida de biodiversidad sino de los servicios que producen los ecosistemas.

El 50 por ciento del oxígeno disponible para el hombre proviene de los océanos, donde reside el 95 por ciento de la biosfera del planeta. Los océanos siempre absorben cantidades considerables de dióxido de carbono, por lo que las aguas son cada vez más ácidas.

Apenas cuarenta años después de la firma de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en Montego Bay el 10 de diciembre de 1982, cuestiones como la sobrepesca o la contaminación marina producida por la navegación cuentan con un marco legal en el que pueden abordarse de forma eficaz. Si en 1982 la Convención podía considerarse un gran logro, hoy sus limitaciones son evidentes.

Las tecnologías y los métodos de pesca han cambiado, ha habido un aumento del transporte marítimo con graves repercusiones en el medio ambiente oceánico. Un cambio de rumbo es, pues, indispensable para el bien de la humanidad.

Fuente:

SHARE: