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Clothest, el comercio electrónico sin ánimo de lucro
El equipo de Clothest (Florencia, Italia), renovando prendas usadas, de alta costura, lucha contra la cultura del desecho: «Sabemos muy bien que el desperdicio, “la piedra descartada” se ha convertido en la piedra angular. Entonces, con nuestro trabajo, intentamos redescubrir la belleza en lo que era un desperdicio y devolverle un nuevo valor».
Letizia Baldetti trabaja en el mundo de la moda y también es una de las jóvenes voluntarias de la casa de la familia Giglio di Montevarchi (Arezzo, Italia), que acoge a unas cuarenta personas, entre residentes fijos y temporales. En la parroquia de Santa María del Giglio, muy cerca de la vía férrea, dirigida por el padre Mauro Frasi, también hay un centro de escucha Caritas y un centro de distribución de alimentos y ropa, alrededor del cual gravitan anualmente alrededor de 200 personas. «La mayoría de los huéspedes llegan solos, el 90% desde la estación. Decimos que la nuestra es una casa familiar “entre la estación y la iglesia”», bromea Letizia. Entre los huéspedes estables, hay personas con problemas psiquiátricos, mientras que, entre los temporales, hay muchos desempleados. Son extranjeros, pero también italianos: «Los italianos tienen en promedio 50 años, son hombres que terminaron en la pobreza después de una separación o por la pérdida de sus trabajos, debido a la crisis. Alguien llega solo, después de haber dormido muchas noches al aire libre, o porque nos los recomiendan».
La casa familia también es un lugar de encuentro semanal para los jóvenes comprometidos de la parroquia, y es allí que, desde hace unos cinco años, nació la idea de Clothest*: «El domingo por la noche nos encontramos en la casa familia para cenar o para cualquier otra actividad y ahí, trabajando en la distribución de vestidos usados, comenzamos a notar que llegaba ropa de marcas importantes. Lo cual, por supuesto, no era significativo para un pobre, que está más interesado en tener un buen edredón resistente al frío. Así que nos preguntamos si había alguna forma de poder utilizarlos mejor, ayudando más a los mismos pobres…». Nace la idea de “Francisco The S-Hope”, una asociación voluntaria inspirada en las palabras y pensamientos del Papa Francisco sobre la cultura del desperdicio: «Trabajamos en una casa familia y sabemos muy bien que las personas que llegan aquí son los “descartados” e la sociedad, como la ropa que nos llegan son los descartes de los armarios de las personas. Pero, el descarte, la piedra descartada, se convirtió en la piedra angular. Entonces, con nuestro trabajo, intentamos redescubrir la belleza de lo que era un descarte, devolverle un nuevo valor». En poco tiempo, el grupo recolecta alrededor de 2400 prendas usadas que revende en tiendas de temporada y en eBay.
Hoy, los jóvenes involucrados en el proyecto son 17 y provienen de varias zonas de Tocana: Prato, Pisa, Le Sieci, Pontassieve, Levane, Cavriglia. Entre ellos están los que se encargan de fotografiar las prendas, está quien las recupera, los que crearon el software de gestión del almacén y los que crean los nuevos looks. Combinando los distintos talentos, dieron vida a Clothest*, un comercio sin ánimo de lucro, que recolecta y vende vestidos usados de marcas de alta moda para financiar los proyectos de asistencia de la casa familia de Montevarchi. En su web hay un espacio para contar las historias de la ropa regenerada, porque para ellos “no existen los descartados, sino que cada cosa tiene una historia y un valor, como cada ser humano tiene un nombre, una historia y su propia dignidad.
«La historia que personalmente me ha impresionado más es la del vestido de Enza… -recuerda Letizia- estábamos en la casa de los esposos con el grupo de los jóvenes de la parroquia, para hacer formación y para que nos contaran su historia. Les hablamos de Clothest. Enza no tiene dudas, se levanta, va a su habitación y toma un vestido del armario, nos lo lleva y nos dice: “Este es el vestido con el que acompañé a mi hijo al altar, lo he conservado porque me recuerda uno de los días más bellos e importantes de mi vida, ¡pero ahora realmente le he encontrado un lugar mejor!”. ¡Obviamente nos emocionamos!».
También está la historia de un vestido de novia, entre los nuevos looks de Clothest*, se lee: «Soy un voluntario de Caritas. He quedado viudo. Una de las cosas más difíciles cuando pierdes la persona que amas es desprenderse de “sus” cosas. Pero luego entiendes que el tenerlas no la hace regresar… entonces, comencé a pensar cómo usarlas, cómo hacer honor a lo que encierran en sí, su recuerdo. Cuando encontré esto, el vestido con el que nos casamos, fue difícil, se me rompió el corazón. ¿Y con esto qué hago? Luego, en una reunión llega padre Mauro y nos cuenta de Clothest*, fui a casa lo tomé y lo llevé… Qué este vestido continúe a llevar al mundo nuestra historia de amor».
El proyecto Clothest* hoy ha encontrado casa en los espacios del Centro Lionello Bonfanti (Loppiano, Florencia), un punto de referencia para las empresas que, a nivel italiano adhieren al proyecto de Economía Civil y de Comunión. «Estar en el Polo nos permite ser un auténtico almacén, ¡porque son muchas las prendas que hemos recogido durante estos cinco años! Actualmente tenemos a la venta 200. Aquí tenemos la posibilidad de tener un estudio fotográfico en el mismo lugar donde tenemos el almacén. Otro sueño sería encontrar un espacio que pueda albergar la lavandería y la sastrería, donde se hagan pequeños ajustes: aquí es donde veríamos los primeros puestos de trabajo para personas desfavorecidas. Porque el próximo objetivo, el siguiente sueño de Clothest* sería el de involucrar entre su personal a las mismas personas acogidas en Casa Familia que son las destinatarias de lo que se recolecta en el comercio electrónico.
«Pensamos que no es necesario hacer, quien sabe qué tipo de revolución para cambiar el mundo… pero la revolución puede comenzar por pequeñas cosas, simplemente mirando atentamente en tu armario, elegir y donar una prenda, en cambio de tirarla, generando un descarte. O, optar por comprar una prenda usada en cambio de una nueva, ahorrándole mucha energía al planeta» concluye Letizia.