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El caso de la isla de Wallis, cuando la ecología se convierte en reconciliación y solidaridad
Hoy, Jornada Mundial de los Océanos, les contamos una historia extraordinaria que llega directamente desde la isla de Wallis, en el Océano Pacífico y que nos demuestra cómo la ecología puede convertirse en una ocasión de reconciliación política, de fraternidad y solidaridad, incluso cuando lo cotidiano está convulsionado por una pandemia.
Estamos en Wallis, una de las veinte islas francesas que constituyen un archipiélago en el Océano Pacífico. Paisajes de ensueño y una naturaleza de rara belleza la caracterizan, gracias a la presencia del arrecife de coral y los numerosos islotes que lo rodean.
Sin embargo, está rodeada de una gran cantidad de desechos: desde plásticos hasta llantas, desde muebles viejos hasta residuos de vidrio, todo esto sigue deformando no sólo la belleza del lugar, sino también la flora y fauna, especialmente aquella marina.
La situación política también contrasta con la paz de un lugar tan auténtico y paradisiaco. Después de la muerte del rey de la isla en el 2005, se formaron dos partidos contrarios por la sucesión y, en el 2015, las tensiones se agudizaron con la entronización de dos reyes, cada uno de los cuales no reconoce la autoridad del otro, provocando una fuerte división que continúa persistiendo en la sociedad, dividida así en dos bloques opuestos.
Es en este contexto que la comunidad de los Focolares de Wallis decidió llevar a cabo una iniciativa ecológica, que con el tiempo también se ha convertido en un instrumento de encuentro y reconciliación. Eva Pelletier, fundadora del proyecto, nos dijo: “El proyecto nació como respuesta a la encíclica del Papa Francisco Laudato Sii. Era el verano del 2015 y algunos jóvenes del Movimiento de los Focolares de Francia habían venido a Wallis para un congreso. El tema era el sentido de lo sagrado. Y entender el sentido de lo sagrado significó comprender que la naturaleza es sagrada, la persona es sagrada. Las dos cosas están unidas en la encíclica Laudato Sii. Después de haber tomado conciencia de esto, los jóvenes decidieron lanzar una iniciativa de limpieza alrededor de la iglesia, en cuanto aquel lugar estaba realmente sucio. Después que terminamos, fuimos a los islotes de alrededor a descansar, pero nos dimos cuenta que los desechos realmente estaban en todas partes. A finales de agosto los jóvenes de Francia regresaron a sus casas y también los jóvenes de Wallis se marcharon para continuar con sus estudios, así que decidimos tomar en mano la situación con nuestra pequeña comunidad local de los Focolares”.
Desde ese momento la comunidad de Wallis, no ha parado de organizar en toda la isla, las así llamadas “cleaning day” (jornadas de limpieza), es decir jornadas ecológicas. En estos seis años, el proyecto ha crecido bajo todo punto de vista: número de participantes, oficios públicos y administrativos que ofrecen incluso su soporte concreto, reconocimientos, toneladas de deshechos recolectados (a la fecha 20), y no solo.
“La ecología en sí misma pertenece a toda la humanidad, pero para Wallis se convirtió en un pretexto. Las diferencias políticas, tradicionales existen, hacen parte de la realidad local, pero hay al menos una cosa sobre la cual pueden estar de acuerdo, y es proteger el ambiente. Entonces, en el 2018, después de una atenta reflexión, fuimos a presentar nuestros homenajes a los dos jefes de un distrito, obsequiando antes la Encíclica Laudato Sii y luego pedimos la autorización para limpiar sus playas. Mientras tanto les propusimos que participaran en una jornada ecológica. Bueno, no solo estaban presentes lo dos líderes si no ¡también estaban todos los habitantes de ese distrito! Fue maravilloso, porque las personas que pertenecen a grupos políticos opuestos no se encuentran para nada más, ni siquiera si son de la misma familia. Y por un día les dimos la ocasión de volverse a hablar, de compartir un café, un momento. Los dos líderes estaban presentes, estaba el prefecto, estaban los ministros del rey, y nosotros como comunidad para unir”. Eva habla a tal propósito de “Ecología de la Reconciliación”.
En el 2020 sucedió lo mismo en otro distrito, donde una de las dos fracciones había restaurado el techo de una capilla y, por la primera vez, algunas personas de grupo político opuesto fueron a dar una mano. “Este es uno de los ejemplos que podría dar de los efectos que produce este tipo de re-encuentros -explica Eva- comenzando a reunirse poco a poco: esta es la ecología de la reconciliación. Por supuesto, no siempre y no todos los líderes distritales aceptan, ¡pero no nos damos por vencidos!
A partir de este episodio nos damos cuenta de cuánto el cuidado del medio ambiente y el cuidado de la persona estén efectivamente estrechamente interconectados, conduciendo el uno al otro en una relación causa-efecto de absoluta reciprocidad, que Eva define Solidaridad Ecológica. “Para que la naturaleza pueda sobrevivir, pueda continuar a sostenerse tenemos que unir nuestras manos y cuidar de ella. Amar al prójimo es amar la naturaleza, y tenemos que hacer de tal manera que amar al prójimo signifique estar al servicio de la naturaleza, de modo que las futuras generaciones puedan evolucionar armoniosamente en ella. Por eso queremos que los jóvenes estén a la vanguardia: ellos son responsables del futuro y por eso, que sean conscientes de esto ahora”.
El énfasis que este proyecto pone en el papel fundamental que cada uno tiene en el cuidado del mundo en el que vive es muy fuerte y no se termina en la actividad de los “cleaning day”. Es más bien una tarea constante y proactiva que comienza en la propia casa, en los pequeños comportamientos cotidianos para educarse y educar. Eva nos explica: “Durante cada cleaning day hay una pequeña formación sobre la recolección diferenciada, de tal manera que cada participante pueda ponerla en práctica correctamente en casa”.
Incluso durante la pandemia, este concepto de responsabilidad personal se sigue aplicando de manera persistente. Aunque, de hecho, no se puedan realizar las jornadas ecológicas desde hace más de un año, el proyecto va adelante, precisamente gracias a esta red de personas constituida en los últimos 6 años que cuidan el medio ambiente, partiendo del propio pedacito de mundo, de la propia casa. “Antes que nada continuamos a seguir atentamente las reglas anti-covid -nos cuenta Eva- y luego estamos haciendo las operaciones ecológicas en casa, retomando nuestros jardines. ¡Al final del encierro, organizaremos un programa de visitas para volvernos a ver! Continuamos a recolectar deshechos de alrededor de nuestros hogares, con las operaciones asociadas a la clasificación y pesaje de residuos, y esto forma parte de la contención de la pandemia”.
Un proyecto imparable el de la Isla de Wallis, que resalta cuánto el aporte de cada uno es fundamental para la vida de todos los demás, y muestra como nada puede frenar lo que se hace por el bien común, ni siquiera la pandemia.
Desde una isla en el Océano Pacifico una inspiración extraordinaria para que todos comprendan que en toda situación podemos seguir trabajando para construir la fraternidad y la solidaridad, comenzando desde nuestros hogares con pequeños gestos cotidianos.
Que cada día sea un día de limpieza, para nosotros, para los que nos rodean, para el planeta y, sobre todo, para el futuro.