El pasado 13 de julio se dio inicio oficial en Florencia al Consejo de Jóvenes del Mediterráneo que nació para dar vida a un camino de fraternidad y acogida recíproca entre las comunidades, las Iglesias y las personas pertenecientes a religiones distintas que viven a orillas del Mare Nostrum.

«Pensamos que el Mediterráneo sigue siendo lo que era: una fuente inagotable de creatividad, un fuego encendido y universal donde los hombres pueden recibir las luces del saber, la gracias de la belleza y el calor de la fraternidad» Así reflexionaba en 1960, Giorgio La Pira, el alcalde “santo” de Florencia, sobre la vocación del Mar Mediterráneo, encuentro de pueblos, culturas y credos. Eso sí, fue antes de que ese mar ganara el sobrenombre de “cementerio”, en referencia a las innumerables muertes de inmigrantes en el mar (una media de 8 al día, según FRA, la Agencia de los Derechos Fundacionales de la Unión Europea) que, fuertes en la desesperación y la esperanza, intentan llegar a Europa. Hoy, desde las orillas de ese mar, llegan los 34 jóvenes llamados a formar parte del “Consejo de jóvenes del Mediterráneo” y del camino de hermandad inspirados precisamente en el pensamiento y obra de Giorgio La Pira.  Llegan de Italia, Francia, España, Eslovenia, Croacia, Albania, Bosnia, Montenegro, Grecia, Chipre, Malta, Turquía, Irak, Siria, Líbano, Tierra Santa, Egipto, Argelia y Túnez.

Su tarea, como afirma el comunicado difundido por los organizadores, es «dar vida a un camino de fraternidad y acogida mutua, para vencer juntos miedos y prejuicios, abriendo un diálogo interpersonal, entre comunidades, Iglesias, miembros de diferentes religiones; un diálogo que construya integración, oportunidades de desarrollo con el relanzamiento de políticas de asociación, que podemos resumir con la palabra “paz”».

Un proyecto que, por voluntad de la CEI (Conferencia Episcopal Italiana), se rige por cuatro realidades, elegidas en virtud del entramado de relaciones internacionales que cada una de ellas ha desarrollado a lo largo del tiempo y de la acción educativa intercultural realizada. Todos referidos a los principios ideales de Giorgio La Pira y su visión del Mediterráneo: La Fundación “Giorgio La Pira”, la Fundación “Juan Pablo II”, el Centro Internacional de Estudiantes “Giorgio La Pira” y la Obra Juvenil “Giorgio La Pira”.

La ceremonia de instalación de llevó a cabo el jueves 13 de julio en el Salón de ‘Dugento di Palazzo Vecchio’, en Florencia.

En este contexto, el arzobispo de Florencia, el Card. Giuseppe Betori, invitó a los jóvenes a derrumbar los muros de la indiferencia: «Hoy, frente a miles de migrantes que huyen, muchos de los cuales pierden la vida en el mar, necesitamos redescubrir el papel político de nuestras ciudades». De ahí la invitación a unir «ciudades para unir el mundo».

Patricia Giunti, presidenta de la Fundación La Pira, agregó: «El diálogo debe comenzar desde abajo. Por esto, la idea de este Consejo de Jóvenes pone al centro a jóvenes no mayores de 30 años. Haciendo esta elección queremos dirigirnos a quienes en un mañana podrán constituir la clase dirigente de sus países y que tendrán que madurar desde ahora una conciencia: los problemas de la humanidad no se pueden resolver solos y solo el empuje común logran hacernos esperar en un futuro que nos libre de la miseria, del sufrimiento y la perspectiva de la guerra que vuelve a ocupar nuestra cotidianidad».

La provocativa intervención de Mons. Giuseppe Baturi, secretario general de la CEI, que evidenció: «El desafío es que la diversidad de las culturas y de las historias sea fuente de riqueza de encuentro y no de extrañeza. La paz en el Mediterráneo tendrá efecto en todo el mundo». Y dirigiéndose a los jóvenes: «¿Seremos capaces de desarrollar valores por los que estas civilizaciones del Mediterráneo se puedan encontrar? Depende de nosotros y, en cierta medida también de ustedes».

Las primeras sesiones de trabajo del Consejo se realizaron en el Centro Internacional de Estudiantes «La Pira» de Florencia. Cinco fueron los temas identificados para la discusión; fe, comunidad, diálogo, acogida, compromiso cívico. En varios momentos los delegados pudieron presentar propuestas de padrinazgo, intercambios juveniles bilaterales o plurilaterales, colaboraciones en el ámbito universitario, experiencias de diálogo ecuménico y otras propuestas en el ámbito cultural o vivencial.  

En la última sesión, que tuvo lugar en el «Villaggio La Vela» de Castiglione della Pescaia (GR), de la Obra Juvenil Giorgio La Pira, los 34 jóvenes aprobaron el Reglamento de funcionamiento del Consejo y eligieron la junta, que está integrada por Emile Falhoury (Líbano), Maher Dridi (Túnez), Alks Birsa Jogan (Eslovenia) y Pilar Shannon Perez Broun (España), quien también es la coordinadora.

«Somos conscientes – explica ésta última en el micrófono de la revista española Alfa & Omega – de que no resolveremos ningún problema político porque no somos presidentes de ningún país, pero podemos promover encuentros que alimenten el deseo de los jóvenes de crear una sociedad más pacífica y un Mediterráneo más unido».

Uno de los deberes del Consejo será también unir a las numerosas Comunidades de las Iglesias del Mediterráneo, del Cercano y Medio Oriente, creando unidad y participación eclesial, presupuesto necesario del diálogo ecuménico e interreligioso, que es uno de los horizontes imprescindibles del Consejo.

En los primeros días de septiembre se realizará la primera reunión directiva en la que, junto a las realidades promotoras, se definirá el programa de trabajo, en base a las múltiples propuestas que han surgido en estos primeros días de trabajo. La próxima reunión del Consejo se llevará a cabo on line durante la primera semana de octubre.

Un poco de historia

EL Consejo de Jóvenes del Mediterráneo es considerado la “obra-signo” -el fruto más bello, se podría decir- del “Mediterráneo de Paz”, el encuentro de los obispos del Mediterráneo, reunidos en Florencia del 23 al 27 de febrero 2022. Durante esos mismos días, los alcaldes de las ciudades que bordean el “Mare Nostrum” también se reunieron en la capital toscana. Al término de las dos Conferencias, los grupos compartieron y firmaron el documento denominado “Carta de Florencia” (AQUI el texto completo) en el que, retomando el legado de La Pira en el trabajo por la paz y la unidad de los pueblos, subrayaron la voluntad común de ofrecer respuestas políticas y espirituales adecuadas a los nuevos desafíos sociales, ambientales y culturales.