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El poder de la bondad entre los jóvenes de la cárcel de menores «Kamiti

 
21 noviembre 2023   |   Kenia, Red - Solidaridad, Y4UW
 

Stephen, en nombre de los Gen y de los Jóvenes por un Mundo Unido de los Focolares de Kenia, narra la sorprendente aventura de solidaridad y… amabilidad, nacida en el Centro Correccional Juvenil Kamati en Nairobi.

Nairobi, Kenia. Es un sábado de julio cuando Stephen y sus amigos del Movimiento de los Focolares deciden visitar a los niños alojados en el Centro Correccional Juvenil Kamiti, el centro de detención juvenil más grande de Kenia, que acoge a menores de todo el país. Se trata de unos 40 jóvenes visitantes, que también proceden de distintas partes del país. Lo que encuentran, cuando llegan allí, los deja muy tristes. Con un fuerte sentido de urgente necesidad de justicia. En ese momento, el centro albergaba a 163 jóvenes, entre 13 y 21 años, algunos en espera de juicio y otros cumpliendo condena.

«Vivían en condiciones desgarradoras y, por decir algo, pobres -dice Stephen- imagínese: siete personas compartiendo un solo colchón, sin las mantas necesarias, para proporcionar un mínimo de comodidad. Cuando se acabaron los colchones a algunos no les quedó más remedio que dormir en el suelo frio y despiadado». Ver con sus propios ojos la lucha diaria por la dignidad humana fundamental, adolora a todo el grupo. Los jóvenes visitantes también descubren que los reclusos no tienen televisión disponible. Lo que significa no tener acceso a información, ni a un mínimo de entretenimiento.

«Permítanme decir -añade Stephen- que esa visita nos abrió lo ojos a un mundo que nunca antes habíamos visto. No se trataba solo de niños, sino almas jóvenes que querían esperanza, dignidad y una oportunidad de redención. Cuando cruzamos esas puertas, entramos en un mundo de dificultades, donde los corazones jóvenes luchaban para tener una posibilidad de volver a conquistar su lugar en la sociedad».

Motivados por la empatía y el deseo de marcar la diferencia, los jóvenes del Movimiento de los Focolares estudian un plan de acción para aliviar el sufrimiento de sus coetáneos. «Creemos que un poco de amabilidad puede ser de gran ayuda. Así que nos reunimos y escribimos una sentida carta a todos los habitantes de la Mariapolis Piero, la ciudadela de los Focolares a unos treinta kilómetros de Nairobi», explica Stephen. Piden donaciones de colchones, mantas, revistas, novelas y ropa. Pero no se quedan ahí: «Compartimos nuestro plan con todos los que conocíamos, pegamos carteles, enviamos mensajes y… ¿saben algo? ¡Las personas estaban ansiosas por ayudar! Fue como una ola de bondad que nos invadió y fue un sentimiento increíble. Además de mantas, colchones y ropa, ¡también recibimos una televisión y un decodificador!».

Luego llega el gran día: el día de la entrega. «Algunos de nosotros volvimos con los chicos de Kamiti, con el corazón latiendo fuertemente. Queríamos llevar consuelo y felicidad a estos niños, recordarles que no están solos y que la gente se preocupa por ellos», recuerda Stephen emocionado. Y continúa: «Cuando esos niños nos vieron con todos esos regalos para ellos, se les iluminó la cara como el sol. ¡Ese momento fue pura alegría! Compartimos historias, nos reímos y por un tiempo todos nos olvidamos de los desafíos que enfrentábamos. ¿Sabes lo que entendí? No se trataba solo de regalos sino de la relación que habíamos construido. Les hemos demostrado que nos importan, que no los olvidamos. ¿Y sabes qué más? Este viaje nos ha acercado a todos. Nos ha demostrado el poder de unirnos por una causa, de marcar la diferencia como equipo».

Ahora, mirando hacia atrás, Stephen recuerda que la bondad no es complicada. Se trata de hacer lo que puedes: simplemente acercarte y mostrarle a alguien que te importa. No se necesitan grandes gestos. «Y haciéndolo juntos -especifica Stephen- podemos alegrarle el día a alguien, como sucedió con los niños del Centro Correccional Juvenil Kamiti. Nuestro viaje hacia ellos ha tocado nuestros corazones, ha unido a nuestro grupo y nos ha recordado que el mundo puede ser un lugar mejor cuando elegimos ser amables».


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