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Escuchemos la infancia: entrevista a Riccardo Bosi

 
25 octubre 2024   |   Italia, infancia,
 
Dr. Riccardo Bosi
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Riccardo Bosi es un pediatra experto y apasionado, pero también es escritor, un narrador de la belleza y la complejidad de la vida. Conversamos con él y comenzamos por la génesis de su último trabajo.

Recientemente se publicó su libro titulado “La mil y una infancia, niños, culturas, migraciones”, editado por Carocci. Un texto sobre los niños, sobre su importancia y delicadeza, pero también sobre mucho más.

Un pediatra tiene la posibilidad de cuidar a miles de niños durante años y tal vez (como en mi caso) de convertirse en médico de niños vulnerables y migrantes. Por ello advierte la necesidad de “dar voz a esos niños y a sus historias”. Mi dedicatoria es clara: “A todas la niñas y niños que desembarcaron demasiado pronto al bastimento mágico de la infancia: que el recuerdo de ciertas páginas de sus diarios a bordo -violadas, rotas o simplemente caídas en el olvido- pueda mantener siempre despierta nuestra conciencia civil”.

Dr. Riccardo Bosi - Ruanda
Dr. Riccardo Bosi – Ruanda

Pero también se habla de nosotros los adultos en el libro…

En un cierto momento olvidamos lo que es la infancia, un tiempo universal y múltiple, a veces duro pero decisivo y transformador. Confeccionado en un tejido fino. “De la materia de la cual están hechos los sueños” -como escribe Shakespeare en la Tempestad. Este libro también nace para recordarnos cuánto aquellos primeros años de vida son fundamentales para nuestra vida adulta.

Y la gran responsabilidad de los adultos hacia el planeta infancia.

La palabra planeta abre la metáfora de la Tierra, que debe ser protegida con la misma atención. Delante del dramático abismo cavado entre el ser humano y la naturaleza (de ellos habla el Papa en Laudato Sí), la supervivencia del planeta dependerá de la posición que, como adultos seamos capaces de asumir, de la decisión de ser guardianes de la infancia, con políticas concretas y con visión de futuro.

¿Qué acercamiento tiene tu obra al tema de la infancia?

Existe un gran corpus científico sobre la edad evolutiva, pero pienso que una novedad pueda ser identificar algunas “miradas” para mirar la infancia.

¿Por ejemplo?

Pensar a los niños como a un pueblo que viaja hacia tierras de la vida adulta. Como creativos y geniales, no “falto” de algo. No pequeños a quienes llenar de enseñanzas y normas, sino para valorizar y respetar en su singularidad. Niños no solo objeto de preciosas atenciones, mimos, sino sujetos, personas “ya” enteras, que nos piden respeto y reclaman derechos a menudo pisoteados.

Vale para todos…

No sólo para los países más pobres, pensemos a (millones de) niños-soldados o al trabajo de menores, pero también en nuestro occidente, nuestras ciudades que ahora son inhabitables, contaminadas y no más aptas para los niños.

¿Cuál es tu forma de escuchar a los niños que encuentras? ¿Cuánto es importante la escucha en tu trabajo?

En la universidad nos enseñan mucho y tal vez incluso lleguemos a ser buenos médicos. Pero a la hora de escuchar, tener un enfoque empático y saber ponerse en la piel de un padre ansioso, todavía tenemos mucho que aprender.

En cambio, ¡es importante!

En profunda escucha de un padre extranjero o migrante puede ser decisivo precisamente para hacer bien nuestro trabajo. Una conversación alineada suma una herramienta a nuestros maletines.

Una doble escucha…

Además, obviamente, de la de los niños: entre otras cosas un derecho previsto en la Convención sobre los derechos de la infancia de la ONU de 1989, dice que los niños participen en cualquier procedimiento médico.

¿Cómo lo aprendiste?

No sin fatiga, en los primeros años de trabajo con pacientes oncológicos. Aprendí que las palabras cuentan, pero todavía más las miradas, los silencios. Hablar con los niños y los adultos cambia la prospectiva.

El título toca el tema de la fábula.

Las fábulas son “la respiración de los niños”, su atmósfera. Como niños queremos entenderlo todo, hacen preguntas profundas e incómodas: “¿Dónde vamos después de morir?” A veces embarazosas: “Por qué está embarazado ese señor de la barriga grande?”.

¿Por qué lo hacemos?

Porque estamos en la búsqueda de sentido. La función de la fábula es crear los primeros elementos de aquella sabiduría que lleva mucho tiempo. Las fábulas saben dispensar perlas de sabiduría y de sentido de forma gradual y adecuada a la edad. Interceptando el pensamiento mágico de los niños, explican verdades profundas y a veces dolorosas con palabras simples y sin asustarlos.

Con el filtro del “Érase una vez…”

Trabajando en modo atemporal, se mantiene la realidad a distancia. Es como si tomaran al niño de la mano sin impedir que el lenguaje simbólico toque todos los elementos de su personalidad. Los cuentos de hadas y el juego se encuentran entre los puntos cardinales de la infancia.

La vida real irrumpe en el cuento de hadas: en el libro se insertan historias claras y precisas, aunque con nombres imaginarios. ¿Cómo se relacionan con la parte más teórica?

Partir “del caso particular” puede ayudar al lector a comprender la importancia de la parte teórica. Las historias ayudan a recordar cómo la “observación” respetuosa y no invasiva en los primeros años de vida, y luego “la escucha” a los niños en los años siguientes (cuando se saben contar) son los mejores instrumentos para entender a un niño.

Todas las historias son reales.

Estrictamente, contadas por los padres, recogidas en la clínica, vividas dramáticamente en un corredor humanitario. Algunas son divertidas y sorprendentes, otras son verdaderos “documentos”. Pienso en el contexto migratorio: con colegas de diversas disciplinas henos sido testigos de acontecimientos, heridas y traumas que quizás algún día quedarán en los libros de historia. Hoy esas vidas son cuerpos heridos, tienen trastornos de estrés postraumático, resultados de violencia o tortura presenciadas.

Los relatos “recogidos en el campo” fortalecen la teoría.

En el texto, científico en sí mismo, inserté pasajes narrativos e historias duras, ligeras, únicas, para recordar y “dar voz a los niños”. «Todos los mayores fueron niños alguna vez, pero pocos lo recuerdan», como escribió Antoine de Saint-Exupéry en la dedicatoria de su Principito.

Volvamos a la relación adulto-niño…

Si este libro sirviera para refrescarnos la memoria sobre este asunto, ya habría hecho su trabajo. Además, las historias eran necesarias para la fidelidad a las raíces lejanas de este libro, nacido del intercambio de relatos históricos con la amiga actriz Stefania Bogo, que escribió el guion de una transposición escénica a modo de experimento de teatro civil: “La isla de los niños”.

En la introducción leemos que este libro nos brinda la posibilidad de sumergirnos en las historias de vida y crecimiento de los “hijos de los otros”, nacidos al margen de la sociedad o al otro lado del Mediterráneo. ¿Quiénes son realmente esos hijos?

Son los que viven en nuestras ciudades, gracias al cruce cultural que genera el fenómeno migratorio. Niños de mundos lejanos se encuentran en las escuelas, en los parques, en nuestras pediatrías. Algunos han llegado dramáticamente en las barcazas, otros han nacido aquí: las segundas generaciones. Es un proceso de mestizaje en el que entran en juego raíces identitarias y memorias de los orígenes, transmisión de conocimientos y estilos educativos.

También hablas de nuestro tiempo y de nuestro mundo, inevitablemente…

La construcción de una sociedad multicultural es un proceso frágil; sin “cuidado” se vuelve conflictivo, agotador, violento. La experiencia de campo de un pediatra que trabaja con niños migrantes dice que partir de los niños y permitirles crecer juntos -incluso los que llegan de otros lados- sería la mejor manera de evitar conflictos y enfrentar el futuro.

Fundamental…

Cada migración introduce una ruptura abrupta entre dos universos, pero al mismo tiempo abre infinitas diferencias en las formas de cuidar a los niños: el mundo llega directamente a casa, una gran riqueza a nuestro alcance, pero nos cuesta reconocerlo.

Me gustó mucho la definición de los niños como viajeros…

El viaje es la metáfora central, la imagen central del libro. Los niños realmente emprenden los viajes más complejos y múltiples: descubrimiento de sí mismos y del mundo, de exploraciones de las propias potencialidades motrices y sensoriales, de formación de carácter y de la personalidad. Cambian, crecen, evolucionan. ¿Por qué persistimos en pensar en ellos como una categoría, y a veces casi opuesta a la de los adultos?

¡Real!

Aquellos viajeros todavía existen: somos nosotros. La secuencia de los estadios de desarrollo forma la biografía de un único protagonista. Cada vez tenemos más claro que lo que le sucede a un niño hoy tendrá repercusiones en su vida adulta mañana.

En el libro hablas de diferentes métodos de observación. Uno que defines “elogio de la imperfección niña” ¿Me explicas mejor?

Incluso cuando somos recién nacidos tenemos habilidades increíbles. Los niños tienen memoria prensil, son científicos porque siguen el método de resolución de problemas experimental, obstinado y persistente. Se arriesgan, se atreven a hacer algo nuevo como los científicos.

Sin embargo, ¿no lo vemos?

No lo valorizamos. «Saben cantar, ir en bicicleta y bailar. Son grandes artistas y científicos, filósofos refinados que se interrogan sobre el sentido profundo de la vida…». Escribe Anna Granata, Profesora de Pedagogía Intercultural en la Universidad de Milán-Bicocca, en su libro: “Cuando era pequeño era un genio” que concluye con esta afirmación: “luego, algo cambió. Un potente e imperceptible filtro selectivo entra en juego con las primeras experiencias en familia, en la escuela, en el espacio público. La idea que hay formas de inteligencia que cultivar y otras no, inhibe muchas cualidades expresivas e imaginativas”. La creatividad y la unicidad de los niños se deben respetar.

¿Hasta qué punto tu libro puede ser político?

Cualquiera que trabaje con niños hace política; la más alta y la más previsoria, pero también la menos cómoda y gratificante, porque tal vez dará sus frutos después de décadas, pero precioso porque concierne a la polis del fututo, compuesta y gobernada por los niños de hoy.

Comenzando por los más frágiles…

La resistencia de un puente se calcula sobre el pilar más débil; es suficiente que uno colapse para que todo el puente caiga. Proyectar una convivencia para las personas vulnerables, las personas con discapacidad, las mayores o lo niños dignifica asegurar todo el patrimonio de la sociedad. El libro está impregnado de esta idea de “volver a poner a los niños al centro de nuestras comunidades”.


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