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Familias #daretocare en Alemania
Los esposos Dörpinghaus viven en Solingen, Alemania y están comprometidos en el “atreverse a cuidar” su ciudad y sus ciudadanos, a través de un compromiso constante por el diálogo, por la democracia y la cohesión social. Este empeño les representó el premio “Silbernen Schuh” (Zapatos de Plata) creado por la “Bündnis für Toleranz und Zivilcourage” (Alianza por la tolerancia y el valor moral) de su ciudad.
Solingen es una ciudad de Renania del Norte-Westfalia, donde conviven unos 160.000 habitantes de 140 orígenes diferentes. Aquí, en la noche entre el 28 y el 29 de mayo de 1993, cuatro jóvenes skinheads prendieron fuego a la casa de una numerosa familia migrante de Turquía, causando cinco víctimas y muchos heridos. Ese acto marcó fuertemente la historia de la ciudad.
Desde el 2004, el premio «Silbernen Schuh» (Zapatos de plata) se instituyó en Solingen; es una distinción creada por la «Bündnis für Toleranz und Zivilcourage» (Alianza para la tolerancia y el coraje moral) de la ciudad, como un reconocimiento a quienes se destacan por su valiente postura frente a la xenofobia y la discriminación.
El premio 2020 fue otorgado el 15 de diciembre a dos esposos, Úrsula y Hermann-Josef Dörpinghaus. La dedicatoria dice: “Úrsula y Hermann-Josef Dörpinghaus están valientemente comprometidos por una sociedad urbana tolerante y pacífica. El compromiso con los derechos humanos, una cultura viva del diálogo y de la cohesión social que siempre tienen especial interés para ellos”. Tim Kurzbach, alcalde de Solingen, destacó en su elogio: Están comprometidos más allá de cualquier medida concebible con la cohesión pacífica en Solingen, en Alemania, en Europa y en el mundo entero. […] Ubi caritas et amor, Deus ibi sest. Donde mora la bondad y el amor, ahí habita solo el Señor. Este es talvez uno de los lemas que los acompaña e inspira”.
Úrsula y Hermann-Josef viven en Solingen desde 1984. Me encuentro con ellos a través del zoom, como nos hemos acostumbrado a hacer en este tiempo de “Corona”, como Hemann-Josef lo define en broma. Úrsula acaba de cumplir 80 años, Hermann-Josef 79. No demuestran su edad y hablan muy bien el italiano. Su lema es “ahora me toca a mí hacer algo”, que significa: no lamentarse sino participar, interesarse, asumir la responsabilidad. «Vemos los problemas de la sociedad y tratamos de encontrar respuestas junto con los demás» explica Úrsula, como si quisiera redimensionar las razones del premio recibido.
Los esposos Dörpinghaus, después del incendio de 1993, participaron a la fundación del “Café International”. «Para mi ha sido enriquecedor conocer otras naciones, otras religiones y culturas -cuenta Hermann-Josef- cada año, hacemos una fiesta intercultural en la que todos los grupos de las distintas naciones se pueden presentar». Como respuesta a las condiciones de pobreza en las que viven algunas familias de la ciudad, Josef con otros amigos fundó la asociación “Tischlein deck dich” (prepara la mesa), que permite que muchos niños pobres almuercen de la escuela primaria de tiempo completo.
También Úrsula siente mucho la urgencia del compromiso, por la sociedad y las futuras generaciones: «Todos experimentamos cada vez más la falta de respeto, la agresión y el uso de un lenguaje brutal en la sociedad. Esto nos ha puesto inquietas a las mujeres. Y así lanzamos la iniciativa “Mujeres de Soligen por el respeto y la democracia”, -explica Úrsula- para nosotros es importante no quedarse callados y animar a muchos otros a tomar una posición, a oponerse a los extremismos y estar involucrados como ciudadanos, en defensa de la democracia, que se ha vuelto muy frágil». Úrsula y sus amigas Barbel y Ull vivieron la segunda Guerra Mundial cuando eran niñas: «No queremos que nuestros hijos y nietos nos pregunten, lo que nosotros preguntamos a nuestros padres: ¿por qué no dijiste nada, por qué no hiciste nada? Así que empujadas por esta preocupación por la democracia, hemos estado muy atentas al lenguaje, al respeto del otro en el diálogo, en cuanto persona, hombre dotado de dignidad. Nos interesamos también de política: el año pasado, antes de las elecciones del Parlamento Europeo hemos tratado de motivar, de animar a las personas para que fueran a votar, y así creció el número de los votantes».
Los esposos Dörpinghau también están a la vanguardia en el compromiso por la paz. conmocionados por las imágenes que llegaban de Siria, en diciembre 2016, organizaron una grande manifestación de plaza, que terminó en una vigilia de oración silenciosa. Antes de la pandemia, se encontraban cada primer jueves de mes en Neumarkt, una plaza de la ciudad. «Alguna vez nos paraban los migrantes o los refugiados que nos agradecían y nos decían: “Gracias, porque ustedes no se olvidan de nuestro pueblo”. Algunos han tomado fotos que después mandan a sus respectivos países». Si me identifico con esos transeúntes, creo que deben sentirse muy bien cuando descubrir que alguien “extranjero” se preocupa por mi nación, por mi gente, agotada por las guerras.
A pesar de la pandemia, su compromiso con la paz continua a través de la web, y se ha extendido a otros países y otras situaciones: la condición de los refugiados en los Balcanes, la guerra en Yemen, etc.
Todavía no hay paz en Siria. Y, según las Naciones Unidas, hay una gran destrucción y muchas muertes en otros 13 países. ¡El número de refugiados en el mundo subió a 80 millones! Todavía tenemos que dar voz a la paz, cada mes» dijeron durante la ceremonia de premiación.
Pero la lista podría continuar: participan a los “Diálogos en alemán” para los migrantes y refugiados en la biblioteca de Solingen; están comprometidos en la difusión del comercio justo; están involucrados en el grupo de discusión cristiano- islámico; en el 2015 acogieron a una docena de muchachos no acompañados en el «Zentrum Frieden», centro del Movimiento de los Focolares en Solingen, su segunda casa: aquí, Úrsula facilitó la integración de estos jóvenes, enseñándoles alemán y… ¡también a cocinar!
Durante la ceremonia de premiación explicaron que el origen de sus acciones se encuentra en el pensamiento y en la espiritualidad de Chiara Lubich, que les da la fuerza necesaria para llevar adelante las numerosas iniciativas en las que están involucrados, a pesar de las dificultades. Al final, invitaron a sus conciudadanos a hacer lo mismo por la democracia, el respeto y la cohesión de la ciudad: «¡Todos juntos podemos hacer la diferencia!».
Durante la ceremonia de premiación explicaron que el origen de sus acciones radica en el pensamiento y la espiritualidad de Chiara Lubich, lo que les da la fuerza necesaria para llevar a cabo las numerosas iniciativas en las que están involucrados, a pesar de las dificultades. Al final, invitaron a sus conciudadanos a hacer lo mismo por la democracia, el respeto y la cohesión en la ciudad: «¡Juntos podemos hacer la diferencia!»