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Líbano, inclusión en tiempos de guerra: «Nuestro desafío es ser un oasis de paz»

 
3 enero 2025   |   Libano, Inclusión social, IRAP
 
IRAP - Liban
IRAP – Liban

En un Líbano atormentado por años de conflicto, el Instituto de Reeducación Audio Fonética (IRAP) ofrece educación, inclusión y apoyo integral a niños sordos y familias desplazadas, promoviendo los valores de no discriminación, fraternidad y paz.

Está la escuela especializada, desde la infancia hasta el último año de secundaria inferior; hay lecciones de árabe y francés, asimismo cursos de inglés y lengua de señas. Y también, sesiones de rehabilitación y psicomotricidad, apoyo psicológico, clases de deporte y de danza.

Dicho así, podría ser la descripción de cualquier lugar donde, se intuye que personas con alguna discapacidad puedan encontrar apoyo. Pero no es nada de esto, y de hecho este es un lugar especial y significativo a su manera por el contexto en el que se encuentra: el Líbano, atormentado por una situación de guerra y tensión que prácticamente se prolonga desde hace años, agravada por la guerra de estos últimos meses, que ha empeorado la vida de la población, desde el punto de vista de los recursos económicos disponibles y de la confianza social, en un posible «nosotros».

Pero incluso en un contexto tan complejo y difícil, no faltan esas historias que siguen diciendo que, también en el bien, “somos piezas únicas”, pero nunca solas.

Lo demuestra el hecho de que el Institut de Rééducation Audio Phonétique (Instituto de Rehabilitación Audio fonética), o IRAP, es una asociación libanesa sin ánimo de lucro, que también es un centro de día. Desde hace 65 años se especializa en la educación y la enseñanza a niños y adolescentes sordos o con necesidades educativas especiales, acogiendo, y esto no es poco, dado el contexto anterior, a estudiantes de todas las confesiones cristianas y de diferentes religiones del Líbano y de los países vecinos. Pensemos también que en los últimos meses 1,2 millones de personas han sido desplazadas en el Líbano a causa de la guerra, y de ellas muchas han recurrido al IRAP en busca de apoyo.

Nicole Hélou trabaja como directora de este centro: «IRAP trabaja para garantizar la integración social de sus estudiantes, basándose en unos valores específicos que parten, por un lado, de la no discriminación, en un espíritu de acogida y por el otro, de compartir, condiciones que hacen esta realidad también una comunidad de trabajo y vida activa».

Beirut e IRAP: algo de contexto

Beirut 1960: El Líbano está en pleno proceso de ser «La Suiza de Oriente Medio», un punto de referencia para el comercio con Europa, con un elemento de originalidad en toda la región que es la convivencia pacífica de diferentes confesiones, desde musulmanes chiitas hasta suníes, a cristianos católicos, ortodoxos y maronitas: allí, un grupo de amigos sensibles al ideal de la fraternidad universal, sienten la necesidad de crear vínculos espirituales y de amistad con algunas personas con discapacidad. «Nace un centro, un lugar de encuentro y vida familiar, y en 1962 poco a poco toma forma la idea de especializarse en educación para personas sordas, para servir mejor a la comunidad. En 1963 se inauguró la primera clase para niños sordos».

A lo largo de los años, IRAP ha evolucionado, atravesando las convulsiones del país: se han desarrollado proyectos de acogida y acompañamiento de familias desplazadas, especialmente del sur del país, apoyo a distancia, gestión de un proyecto de desarrollo comunitario, que hoy son incluso más actuales. Nicole continúa: «Desde mediados de septiembre de 2024, las familias desplazadas han encontrado un hogar con nosotros y los niños, que ya no van a la escuela desde hace más de un año, han ingresado a clases especializadas y pueden beneficiarse de un importante apoyo educativo. El ambiente familiar facilita su integración, a través de una dinámica de vida en común».

Vida y actividades en IRAP

El trabajo diario está acordado con el Ministerio de Educación del país, pero no se trata sólo del aspecto de una educación clásica, en el aula: «Al mediodía, por ejemplo, vivimos un minuto de silencio o de oración por la paz, el «time -out», almorzamos juntos, recogemos la mesa, lavamos los platos y ponemos todo en orden en un ambiente sereno, en el que los niños aprenden de los adultos. Esto también forma parte del plan de estudios escolar. Es una ocasión especial para estar juntos en este espíritu de servicio y vida familiar».

El calendario también incluye actividades culturales, ecológicas, deportivas y de educación para la paz, donde una parte importante es el juego, que permite a los niños desplazados expresarse, salir del miedo, comunicarse sin palabras, y las familias de los estudiantes sordos son socios en brindar apoyo educativo a sus hijos; está claro que hoy esta colaboración es un desafío: con la crisis económica y la guerra, las familias luchan para llegar a fin de mes y su preocupación es la vida cotidiana. También en este aspecto IRAP intenta estar presente, escuchando, dando ayuda concreta a toda la familia a través de paquetes de alimentos, medicinas, búsqueda de empleo, testimoniando la fraternidad y, por tanto, la apertura hacia la diversidad.

Ciertamente, es un arduo desafío, pero también lleno de posibilidades para el bien: y hay un tema, resumido casi en un eslogan, que se elige cada año, por lo tanto cada año es diferente, que ayuda a subrayar el camino posible: «Este año el lema es «Yo también hago mi parte» – continúa Nicole – «En este difícil contexto de guerra, todos tenemos claro que, si cada uno de nosotros hace su propia parte, podremos crear un oasis de paz, de reconciliación y de vida fraterna. Entendimos que este es el mensaje que necesitamos este año. Cada uno de nosotros puede desempeñar su papel, por pequeño que sea, en la vida cotidiana. Sólo necesitas creer en ello y ser perseverante. Si somos muchos, estamos seguros de que podemos hacerlo».


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