Workshop
Polonia solidaria
Más de 2 millones de prófugos provenientes de Ucrania han cruzado las fronteras hacia los países vecinos desde que comenzó la guerra. Más de 1.200.000 de ellos han sido aceptados en Polonia. Se trata principalmente de mujeres y niños provenientes de todo el país. Katarzyna Wasiutynska, focolarina polaca, nos cuenta algunas iniciativas de acogida y solidaridad puestas en marcha por la gente del Movimiento de los Focolares en Polonia.
Esperan hasta 60 horas, en fila en la carretera, en el frío del invierno, antes de poder cruzar la frontera. Principalmente son ucranianos pero según la PAP, agencia de prensa polaca, también ciudadanos de Polonia, Uzbekistán, Bielorrusia, India, Nigeria, Argelia, Marruecos, Afganistán, Pakistán, Estados Unidos y Rusia. En su mayoría son mujeres y niños, mientras que muchos hombres deciden quedarse en ucrania, para luchar.
«Son acogidos en las estructuras del Estado, de la Iglesia, muchísimos en casas privadas –cuenta Katarzyna Wasiutynska, focolarina polaca que contactamos telefónicamente- Hay una ola de solidaridad conmovedora. Casi en todas las escuelas, parroquias, lugares de trabajo, se recolectan bienes y dinero para poder ayudar a los que llegan y a los que se quedan en el país».
También la ciudadela del Movimiento de los Focolares local, la Mariápolis Fiore, situada a 120 Km. de Lublin, ha abierto sus puertas a algunas familias. «En este momento hay 16 personas (6 mujeres, 2 hombres, 8 niños, entre los 5 y 16 años) – explica Katarzyna- por solicitud del municipio, también se puso a disposición otra casa en la ciudadela para alojar niños y jóvenes de un orfanato (unas 23 personas). Mientras que en un centro cercano llegaron 46 personas, entre ellos 36 niños y muchachos, que queremos ayudar, organizando juegos y actividades para el tiempo libre. En Katowice, se puso a disposición un apartamento, que normalmente usa la comunidad y está cerca del focolar. Son los primeros pasos… ¡seguirán otros!».
Katarzyna dice que, paralelamente, la Asociación Fiore, una ONG que apoya las actividades del Movimiento de los Focolares en Polonia, ha creado una cuenta para la emergencia, sobre todo para ayudar a los que han llegado y son hospedado en las casas de los particulares. Se han activado también las personas comprometidas en el proyecto de Economía de Comunión adhiriendo a la campaña de recaudación de fondos promovida por el Comité de Emergencia del Movimiento de los Focolares a través de las ONG Acción por un Mundo Unido (AMU) y Acción por las Familias Nuevas (AFN).
Está también la solidaridad espontánea que nace de las relaciones de amistad tejidas en el tiempo con los ucranianos.
Kacper es de Varsovia. Desde hace varios años, es voluntario en el Centro Social de los Jesuitas “en Acción”. El grupo de los voluntarios es coordinado por una religiosa de los Ángeles (Zgromadzenie Sióstr od Aniołów) que también es una catequista del Liceo científico para muchachos extranjeros S. Stanislaw Kostka, donde estudian jóvenes descendientes de polacos, que provienen de muchas repúblicas vecinas. Aquí, Kasper enseña química, como parte de sus actividades extracurriculares. En el 2019, entre los alumnos está Denis, ucraniano, que se está preparando para el examen de para entrar a la universidad y a la escuela de medicina. Hoy está en el frente de batalla. Kasper lo ha buscado y lo ha encontrado entre sus contactos y ahora lo llama todos los días para sostenerlo… “es la única forma en la que puedo estarle cerca”.
Szymon es policía en Wroclaw y en días pasados se ofreció para ir a trabajar en la frontera con Ucrania. Cuenta que la situación ahí es tranquila. Sorprende la gran cogida, la colaboración. Aunque –confiesa- al ver toda esa gente que llega, se le encoge el corazón.
Zbyszek y Asia están casados y tienen 8 hijos ya grandes. Viven en Pniewy, cerca de Poznan, en el occidente de Polonia. Desde hace varios años son amigos de una pareja ucraniana que vive en su ciudad. Desde que estalló la guerra, se pusieron a trabajar. En su parroquia organizaron una oración ecuménica por la paz a la que asisten católicos, evangélicos, ortodoxos, católicos de rito griego y romano. También ucranianos que trabajan en empresas locales han puesto a disposición sus apartamentos para los refugiados. Nos cuentan: «Estamos impresionados por la generosidad de la gente. Aquí son muchísimos los jóvenes que viajan a la frontera para ayudar a transportar refugiados». Cuando una amiga ucraniana se enteró que hacían falta medicamentos para los soldados de su ciudad natal, organizó una colecta: en 3 – 4 horas llenó 13 cajas con medicinas, que pudieron llevar enseguida a un camión que salía para Ucrania.