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Desafíos ambientales para el mundo post-COP27
Algunos expertos brasileños proponen estrategias para sortear la crisis ambiental y hacer realidad los objetivos de la vigésima séptima Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático
El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), publicado en 2022 confirmó una vez más lo que ya se sabe sobre la situación climática: los efectos de los cambios climáticos se advierten y ya causan también daños en distintos puntos del planeta; los países desarrollados continúan a contaminar y a agravar la crisis ambiental en medida proporcionalmente mayor con respecto a los países en desarrollo, pero en estos últimos, los efectos de los cambios climáticos son catastróficos, con sequias, inundaciones y desastres ambientales. La deuda con la naturaleza se está volviendo muy onerosa, y la factura va a parar a casa de quienes no tienen responsabilidad por ello.
Basándose en los últimos datos científicos del IPCC, la vigésima séptima Conferencia de la ONU sobre los Cambios Climáticos (COP27) reunió lideres de todo el mundo para dar la alarma: el cambio climático es real, y si queremos realmente lograr el objetivo de neutralizar las emisiones de carbono antes del 2050 y evitar el aumento de 1,5 grados en la temperatura de la tierra, se deben tomar medidas más efectivas a través de decisiones más drásticas. Esto, por supuesto, implica un cambio cultural que debe darse en todos los campos de la sociedad: desde las formas de producción hasta los hábitos de consumo, desde el estilo de vida hasta la conciencia política en la elección de los candidatos y la elaboración de las políticas públicas.
Con este objetivo en mente. United World Project, a través del Instituto Agir Ambiental, ha invitado algunos expertos del país que contiene en sí mismo la mayor biodiversidad del mundo, con más de 116.000 especies animales y más de 46.000 especies vegetales conocidas. También allí, en Brasil, solo en 2022, según el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, INPE), han desaparecido 11.560,00 km² de selva amazónica por deforestación ilegal.
Es partiendo de este país, Brasil, que los expertos han respondido a la pregunta: ¿Qué hay que hacer para adoptar una cultura sostenible capaz de permear a la sociedad en su conjunto y realizar los objetivos discutidos en la COP27?
Políticas públicas y diálogo participativo
Para Evandro Branco, doctor de investigación en Ciencias Ambientales y empleado del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (INPE), órgano que, entre las varias misiones, es responsable del monitoreo oficial de la deforestación de la vegetación nativa brasileña, para cambiar el clima del planeta es necesario “cambiar el clima de las instituciones”. A su juicio, un gobierno responsable y favorable al debate ambiental es capaz de incidir en el acervo de la esfera política.
“La política externa es importante, pero es interesante ver cómo ésta puede generalizarse e impregnar todos los sectores de la sociedad”, dice Branco. Según él, la posesión del actual presidente brasileño, Luís Inácio Lula da Silva, que se produjo poco después de su participación en la COP27, podría en sí misma cambiar el clima institucional: “Una vez que se altere este clima, esperemos que ese cambio incida en cascada sobre otros niveles administrativos (estatales y municipales) que alcance las ciudades hasta los estados y municipios no alineados con este programa político, porque el ambiente institucional a nivel federal influye mucho en las demás instancias del poder público”.
Según Branco, elegir políticos sensibles a las cuestiones relacionadas con la ecología y la sostenibilidad e implementar políticas públicas a través de la participación activa como ciudadanos puede ser una buena forma de contribuir al desarrollo sostenible del planeta.
Educación ambiental en escuela y afuera
Otra estrategia para implementar los objetivos y acuerdos discutidos durante la COP es investir en educación ambiental. “La educación ambiental debe estar en grado de llegar a todos los ambientes de la sociedad”, sostiene Andrea Pupo, graduada en Conservación de la Biodiversidad y Desarrollo Sostenible, educadora y miembro del Instituto de Pesquisas Ecológicas (Instituto de Investigaciones Ecológicas, IPE).
Para Pupo, la educación ambiental puede ser más eficaz si se presenta como una experiencia para vivir dentro y fuera de la clase, pero siempre de forma crítica y participativa: “El estudiante experimenta, conoce, toca con la mano, vive en primera persona cada momento y aprende a respetar el ambiente haciendo las cosas, no solo asistiendo a una lección o mirando un video” afirma la educadora.
Para Andrea, la educación ambiental debe estar en grado de llegar a todos los ámbitos de la sociedad. Debe estar presente en los negocios, en el comercio, en los servicios. Y eso no quiere decir que deba dejar de ser formal o de ofrecerse en las escuelas. “La educación ambiental debe salir de la burbuja escolar, superar el cliché según el cual las cosas solo pueden pasar ahí. No. Hay que educar a la sociedad para que respete el medio ambiente. Tiene que haber educación ambiental en el supermercado, en la Iglesia, en el templo, en la fábrica, en los centros comerciales, en las plazas, en todas partes. Cada lugar debe educar a las personas al respeto del medio ambiente”.
Educar a las nuevas estrategias de adaptación
Además, la educación ambiental no se limita a estrategias esporádicas. “No se trata solo de abrazar árboles una vez al año. Es necesario pensar en una educación ambiental orientada a la adaptabilidad. Es decir, como los territorios pueden prevenir los efectos de los cambios climáticos, como pueden afrontarlos y no dejar que se amplifiquen”, explica Evandro Branco, del IMPE. “Es necesario reflexionar sobre como cada territorio puede prevenir las consecuencias catastróficas y protegerse de ellas”. Con este fin existen una serie de iniciativas posibles, como las estructuras de monitoreo y la preparación a los desastres naturales. Es necesario prepararse a inundaciones, aluviones, deslizamientos de tierra, sequías. ¿Cómo preparamos los territorios a esto?”.
Darse cuenta de que, en la naturaleza, todo está conectado
El responsable ambiental Rafael Girão, de Agir Ambiental, sostiene que uno de los desafíos asociados con la introducción de una nueva cultura más ecológica es pensar la sostenibilidad como algo que concierne a todas las dimensiones del planeta, comprendida la vida humana y sus dinámicas. “Un desafío que tenemos delante es la de volver a pensar en el medio ambiente como algo integrado”.
En su opinión, es imposible decidir centrarse en un solo aspecto de la ecología y descuidar todos los demás. “Para pensar en la revitalización hídrica de un territorio, por ejemplo, tengo que garantizar que el agua pueda infiltrarse en el suelo y que no se contamine. Pero también debemos pensar en las personas que viven allí y que pasan hambre, que necesitan generar ingresos. Hay que pensar en la fauna, la polinización de las plantas de la zona, el equilibrio de la vegetación y evitar la erosión del suelo”.
Pensar la naturaleza y la sociedad como parte de un solo sistema
Los Objetivos del Desarrollo sostenible (ODS) de la organización de las Naciones Unidas (ONU) y sus respectivas “metas” son una buena radiografía de los desafíos socioambientales del planeta y ya son utilizados por organismos públicos y privados de todo el mundo como objetivos y parámetros para el análisis territorial. Entre los ODS, contrariamente a lo que se puede imaginar, también encontramos cuestiones que, aparentemente, no están directamente vinculadas con el clima y la biodiversidad, como la igualdad de género y la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Aunque parezcan inconexos, los temas sociales se ubican en el entorno, porque no hay nada en el mundo que, hecho de manera selectiva, no tenga un impacto en una realidad mayor. “Los ODS nos advierten que tenemos un solo mundo y que todo está interconectado”.
Valorizar las iniciativas locales
Finalmente, Rafael Girão hace una sugerencia. Para los temas socioambientales, el camino es potenciar lo local, privilegiar los productores locales, procurar que los residuos sean recogidos de la mejor manera, pensar en el reciclaje de desechos y al compostaje para la disposición de los residuos orgánicos. “Al favorecer lo local se minimizan otro tipo de impactos. Es necesario valorizar los alimentos locales, que no requieren de un largo viaje, reduciendo así la dependencia de otras regiones del país [y de otros países], así como la dependencia de la variación del costo final del producto, ligada al aumento del precio de los combustibles [y a otros factores como guerras y conflictos]. Puede haber alguien que produzca alimentos justo en frente de la casa, y siempre se puede crear un huerto comunitario”.
¿Y tú cómo piensas que podemos hacer de nuestra “casa común” un lugar mejor también desde el punto de vista ambiental?