El sueño de venir a Italia cultivado desde pequeño, la alegría de haberlo logrado y luego el compromiso constante de construir la posibilidad de una vida mejor. Lamine, que ahora tiene 20 años, después de haber estado como huésped en la Casa de Ismael tiene trabajo y vive en un apartamento con dos amigos, en Rogliano (Cosenza, Italia), donde “traje mi corazón”

La ciudad de Koungheul, se encuentra en el centro de Senegal y tiene quince mil habitantes. Es de esta tierra de donde, el 13 de julio del 2017 llega Lamine, siendo todavía menor de edad. Hoy que tiene 20 años es un chico que habla bien el italiano, trabaja y vive en una casa con dos amigos. En su recorrido de inclusión ha hecho grandes avances.

El viaje de Lamine, realmente comienza antes del 2017: “Quería cambiar para tener una mejor vida”, dice con una sonrisa. Así, deja a sus padres y se dirige al norte: la Mauritania primero, Argelia y Libia después. Tiene un proyecto claro: quiere ir a Italia, “lo soñaba desde cuando era pequeño”. El viaje no es fácil, y no quiere recordarlo. Pero cuando desembarca en Corigliano, en Calabria, agradece a Dios por haberle permitido la realización de este sueño. Después de poco tiempo, entra a la Casa de Ismael en Rogliano.

Es acogido en este SPRAR[i] recién inaugurado donde se alojan los Menores Extranjeros No Acompañados. Lamine está feliz “y se convierte en mi familia, no hay un lugar más bello”. Aprende italiano (“cuando desembarqué no sabía ni siquiera decir ciao”), juega futbol con sus amigos y cocina (“se muy bien preparar el arroz con pescado”).

Después llega el momento de comenzar a aprender un trabajo, en Senegal fue electricista de autos, en Italia se convierte en electricista. En Casa de Ismael, de hecho, en el programa está previsto Hacer Sistema más allá de la Acogida y se emplea, gracias también a los fondos obtenidos de Fondazione Con il Sud– iniciativa Migración, en la empresa Solaretika que ofrece servicios de consultoría, proyectos e instalación de sistemas: “Estoy aprendiendo, el trabajo me gusta, estoy muy bien”. Y esta última palabra -muy bien- la repite varias veces como queriendo evidenciarla con resaltador. Gracias al trabajo que lo ha hecho autónomo, deja la Casa de Ismael y va a vivir en un apartamento junto a otros dos chicos. Pero por el SPRAR pasa casi todas las tardes, aunque sea solo para saludar.

En octubre pasado Lamine vuelve a Senegal por una semana.  Diez horas de vuelo y el abrazo a la mamá que no ve desde hace años. Había imaginado siempre este momento –“por la noche soñaba con ir a casa” – pero desafortunadamente su sueño se despedaza porque debe enfrentar el viaje después de la muerte del papá. “Mi mamá apenas me vio se puso a llorar” y él no logra pegar el ojo durante un par de días “ella me decía, ve a dormir, pero yo le respondía no puedo porque mi corazón está tremando”. Cuando sube al avión para regresar a su vida en Italia se promete regresar una vez más a Senegal “para unas vacaciones más largas”. Ahora el corazón de Lamine está en Calabria, donde un día quisiera formarse su propia familia. Pero el verdadero sueño, ese más grande de todos, es llevar a la mamá en peregrinaje a La Meca.

[i]  Sistema de Protección para Solicitantes Asilo y Refugiados

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